JAN. 09 2014 PAPEREZKO LUPA Salvar a la infanta Maite Soroa msoroa@gara.net Un juez ha decidido imputar a Cristina de Borbón porque al parecer a la hija del rey le parece poco el tren de vida que lleva por ser quien es y se dedica a sisar del erario, y como era de esperar la escandalera era ayer monumental entre las gentes de bien del infraebro. «La Razón», por ejemplo, protagonizaba una auténtica operación de rescate empezando por el titular de Primera: «El juez vuelve a imputar a la Infanta sólo con suposiciones». Que es como decir que el juez está prevaricando, pero sin el como. Luego, en el editorial insistían en que se trata de una «imputación sin fundamento», y comenzaban el texto de esta guisa: «Empecinado en culminar su propósito de imputar a la Infanta Doña Cristina, el juez del `caso Nóos' ha incurrido, por segunda vez en nueve meses, en la insólita decisión de citarla a declarar en contra de las opiniones del fiscal anticorrupción, del abogado del Estado y de los técnicos de la Agencia Tributaria (...). Es muy excepcional que un juez tome una decisión de esta naturaleza». En eso tiene razón, es insólito y excepcional que un juez impute a alguien de la Casa Real, pero porque hasta ahora -y a partir de ahora servidora se teme que también- el monarca y su prole han sido caballito blanco. Sin embargo, en el colmo de los colmos del cinismo, el editorialista de extremo centro aseguraba que «se le aplica a Doña Cristina un rasero legal más riguroso que a cualquier otra ciudadana». De traca, vamos. En el apartado informativo, es un decir, el diario de Marhuenda le dedicaba al tema ocho páginas, incluyendo un comentario del propio director en el que afirmaba que «Castro ha redactado un auto plúmbeo en su cruzada contra Doña Cristina». Pues con lo que le gustan a esta gente las cruzadas parece mentira que lo critique. Otra comentario llevaba la firma de Carmen Enríquez, quien señalaba que «la Infanta no se rinde», sino que «permanece firme como una roca en el apoyo incondicional a su marido». Lo de como una roca no lo dice por la dureza de su rostro... Y por si acaso, porque el Pisuerga pasa por Valladolid, otro habitual de la lupa, Martín Prieto, apostillaba que «a los reyes no hay que agradecerles nada, pero tampoco tirarles piedras por haber servido a los ciudadanos con acierto y premura (...). En este paisaje el Rey es imprescindible». Pues en este prescindiríamos de él con gusto.