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PAPEREZKO LUPA

La versión buena


En el décimo aniversario de los atentados del 11M en Madrid y de la mezquina actitud, por decirlo de una forma suave, del Gobierno del PP, a consecuencia de la cual hubo que lamentar más muertes, como la de Ángel Berrueta y Kontxi Santxiz en Euskal Herria, el editorial de «El Mundo», se refería esa actuación como «errores de gestión por parte del Gobierno de Aznar». Aseguraba que el 11-M «dividió a la sociedad, a los partidos, a los medios de comunicación e incluso a las víctimas». Claro que, junto a esos «errores de gestión», el origen de «la polarización en la interpretación de los hechos» fue «el aprovechamiento electoral de la masacre por e PSOE». ¿Qué dijo entonces y qué ha seguido diciendo «El Mundo»? Ya no está Pedro J., pero Casimiro, erre que erre, titulaba el editorial «El 11-M cierra heridas pero no nos libera de seguir buscando la verdad», y mantenía que «La investigación policial y judicial estuvo viciada en su origen por esa contaminación política. La cúpula de las fuerzas de seguridad y la Fiscalía se empeñaron en poner la conclusión por delante de los hechos: el atentado tenía que ser islamista, ordenado por Al Qaeda y relacionado con la Guerra de Irak». Bueno, pues parece que fue islamista, ¿no? En fin, al menos no mencionaba la casete de la Orquesta Mondragón. Eso sí, advertía de que seguirá investigando.

«Libertaddigital», cómo no, también reivindicaba su protagonismo en esa búsqueda de «la verdad», siguiendo la pauta marcada el día anterior por Federico Jiménez Losantos, el jefe de la banda. Decía en su editorial, titulado «11-M: el triunfo del carpetazo», que «Durante estos diez años, Libertad Digital ha mantenido su compromiso de no cejar en el empeño por esclarecer la autoría de la mayor matanza terrorista registrada en Europa». Seguidamente, renovaba su compromiso de seguir dando la murga. Y se mostraba molesto porque nadie le cree: «Nuestro lucha por que se sepa algún día toda la verdad en torno al 11-M se vería lastrada por el ilusionismo y constituiría una quimera si no reconociéramos la triste y nada estimulante realidad en la que nos encontramos: a pesar de que los agujeros negros son ahora mucho más evidentes que nunca, nunca antes tantos dieron por buena la desacreditada versión oficial». A esta gente le gustó la primera versión oficial, la del presidente Aznar y el ministro Acebes, la de los «errores de gestión» que no aceptaba la evidencia. Y no quieren cambiarla.