MAR. 27 2014 PAPEREZKO LUPA Legalidad y leña Maite SOROA msoroa@gara.net El veto del Tribunal Constitucional español a la declaración soberanista del Parlament catalán era primera noticia ayer en casi todos los periódicos del Estado. «El País» titulaba «El Tribunal Constitucional anula la declaración soberanista catalana», y en páginas interiores decía que «La Generalitat ningunea el fallo: `No tendrá ningún efecto'». Ya, la Generalitat ningunea el fallo, mientras que a Catalunya «solamente» se le niega su soberanía. «El Mundo» editorializaba sobre «Una sentencia que no deja dudas sobre la ilegalidad de la declaración soberanista». Y la declaración soberanista tampoco deja muchas dudas de la voluntad de las catalanas y los catalanes. Por algo el TC y «El Mundo» quieren evitar la consulta. Respecto a la reacción de las fuerzas soberanistas catalanas, decía: «Los comentarios hechos por el portavoz de CiU al conocer lo dicho por el TC ponen de manifiesto la ciudad sin ley en la que los independentistas pretenden hacer vivir los catalanes». Si todo es por el bien de la ciudadanía catalana, ¿verdad, Casimiro? «Abc», bajo el epígrafe `Varapalo al desafío independentista', titulaba en portada «El Constitucional anula por unanimidad la declaración soberanista de Mas». ¿Recuerdan aquello de que en democracia todo es posible? Pues el editorial del vetusto diario no lo negaba, no literalmente, al menos, pero decía que «Contra la Constitución nada es posible». Ya saben, «En el Principio era el Verbo», perdón, la Constitución española. La democracia y esas tonterías son invenciones de los separatistas. Y decía que «El Gobierno tiene ya la declaración constitucional necesaria para aplicar al proceso separatista en Cataluña todas las respuestas legales adecuadas». ¿Está claro, Mariano? Pues parece que no, porque según el editorial de «Libertaddigital», «Ni Mas cumplirá ni Rajoy obligará a cumplir». Alababa la claridad del Constitucional, pero advertía de que en Catalunya «no se han embarcado en un proceso soberanista para luego sentirse subordinados a lo que dictamine la Justicia española». Eso parece. «Los españoles -incluidos los catalanes- pueden, con esta sentencia, regocijarse tanto como con aquellas que han declarado inconstitucional la inmersión lingüística que se perpetra en Cataluña. Pero mientras no haya un Gobierno central que las haga cumplir, serán papel mojado, para vergüenza de nuestro Estado de Derecho». Pues eso, leña a quien quiera decidir sobre su país, sobre todo si pretende dar prioridad a su lengua.