APR. 11 2014 PAPEREZKO LUPA Imposible del todo Maite SOROA msoroa@gara.net A falta de otros temas que llevarse al teclado, el debate del martes en Madrid sigue ocupando espacio entre los opinadores de guardia de la caverna. Entre ellos, un habitual de esta lupa, Benjamín López, ponía ayer todo su arte al servicio de la causa en «Elsemanaldigital», donde explicaba lo bien que lo habían hecho los suyos, por supuesto, y lo requetemal que se había desenvuelto la delegación catalana. Según Benja, «Rajoy salió muy satisfecho (...) del debate en el Congreso», ya que «el nivel demostrado por el tridente enviado desde el Parlament fue muy bajo, con argumentos muy pobres tanto desde el punto de vista legal como político frente a un mensaje contundente de la amplia mayoría del hemiciclo, como se vio en la votación». Todo ecuanimidad, como ven. Mi abuela también decía que servidora era la niña más lista, simpática y guapa del barrio. Y una se lo creía. El escorado plumilla añadía que «alguna intervención, especialmente la de Marta Rovira -de ERC- despertó cierto sentimiento de vergüenza ajena», añadiendo que «no es lo mismo hablar en Cataluña, donde les jalean, que venir al Congreso y rebatir los sólidos argumentos de la gran mayoría de los grupos». Vergüenza le daría escribir tamaña sandez a un párvulo, pero parece que es lo que se estila entre los profesionales de la carcundia. Por otra parte, si lo que hicieron los del PP y del PSOE no fue jalear a sus jefes, ya me dirán qué fue. Por cierto, contaba el tal Benja que «estaban satisfechos en el Gobierno también con el discurso de Rubalcaba, por la sintonía de argumentos entre ambos y por, anoche sí, su sentido de Estado», pero -siempre hay un pero- «a algunos diputados populares no les sentó demasiado bien que desde la bancada socialista no se dedicara ni un solo aplauso a Rajoy, ni durante ni al término de su intervención». Será que los de la rosa querían guardar las formas, aunque a estas alturas de la película resulte ridículo. Y ya como conclusión de su sesudo análisis, decía que «a los independentistas la ley, la Constitución y la democracia les estorba; son obstáculos en un `camino sin retorno' (...). Porque hablan de dialogar cuando ya tienen puesta la fecha al referéndum. No, no quieren dialogar, lo que pretenden es un imposible, que los demás acepten sus tesis aunque sean inconstitucionales». Lo que es imposible, del todo, es que esta gente entienda qué es la democracia. Se comerán su Constitución con patatas.