MAY. 02 2014 TXOKOTIK Difundiendo el terror en las redes sociales Aritz Intxusta Periodista Un buen susto. Les hemos dado un susto de los menos». Algo así estarán pensando las cabezas pensantes de la redada que acabó con la detención de 21 tuiteros por uno de los delitos que más me escama: el de «enaltecimiento del terrorismo». De hecho, la barbaridad no ha sido la redada, sino la que se cometió tiempo atrás con la tipificación misma del delito. Recuerdo que Tony Blair intentó colar una ley similar en Reino Unido y chocó con la Cámara de los Lores. A pesar de que los lores no tienen un perfil muy revolucionario que digamos, la Cámara Alta dijo que castigar el enaltecimiento del terrorismo es limitar la libertad de expresión. Y que eso no se podía consentir. Como periodista, la libertad de expresión es, para mí, una de las cosas más sagradas que existen. Aun con todo, reconozco que hago una defensa de ella desde un punto práctico, siguiendo la tesis de Alexis de Tocqueville. «Confieso que no profeso a la libertad de prensa ese amor completo e instantáneo que se otorga a las cosas soberanamente buenas por su naturaleza. La quiero por consideración a los males que impide, más que a los bienes que realiza», escribió Tocqueville hace 200 años. Es decir, que la libertad de expresión no es ninguna maravilla, pero que la censura es peor. Buena parte de los comentarios que la Guardia Civil destacó, en particular los que hacían saña del dolor de algunas víctimas del conflicto, no me gustaron un pelo. Pero defenderé el derecho a que se escriban, porque vivir con miedo a que te detengan por 140 caracteres es mucho peor que la mayor de las barbaridades que se te ocurra escribir. No tengo ningún miedo a que se ensalce a Franco o a Ariel Sharon. Es más, defiendo el derecho a que se haga. Y no tengo miedo, porque se puede demostrar empíricamente que esos dos personajes eran unos malnacidos y que su elogio no es sostenible en ningún debate serio. El problema es que el nivel del debate democrático es tan bajo en el Estado español que es incapaz ya de rebatir nada. Por eso necesita la censura. Y, con sus detenciones, difundir el terror en las redes sociales.