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Internacional

Puestos en pie

Giggs nos premia con sus últimos minutos y Zanetti dice adiós con casi 41años.


Pocos jugadores pueden presumir de su palmarés de entorchados domésticos. Carlos Tévez acaba de ganar con la Juventus su 6º campeonato de Liga con 5 clubes diferentes en 4 países distintos. Seguramente otro clásico del área como el sueco Zlatan Ibrahomovic, que anoche volvía para asegurarse su 9º título con 5 equipos diferentes en 4 países. Carlitos Martínez era su nombre y apellido hasta que con 15 años, en 1999, el albañil Segundo Tévez finalmente lo reconoció como hijo suyo. Más adelante, Carlos Tévez fue apodado como el difícil barrio en el que se crió, Fuerte Apache.

«Si no fuese futbolista, hoy seguramente estaría recogiendo cartones y chatarra de la basura para venderlos», reconocía en 2007. «Pude elegir, pude llegar a estar drogado y tirado en el suelo, o estar donde estoy hoy», añadía. Fue el primer futbolista en ganar un millón de libras al mes en Inglaterra gracias a su contrato con el Manchester City. Eligió el fútbol. Su camino, pero siempre marcado por sus orígenes humildes, duros, aleccionadores. Ni siquiera quiso pasar por el quirófano para corregirse esa cicatriz que le delata desde la oreja al cuello, cuando al fichar por el Machester United se lo propusieron. Con apenas 10 meses, sufrió quemaduras de tercer grado al caer accidentalmente agua hirviendo sobre él.

Ese carácter ganador, que siempre le hace reclamar la pelota y estar listo para la pelea, es el que ha aupado con sus 18 goles a la Juventus de Turín a su tercer Scudetto consecutivo -algo que no sucedía desde los años 1931-35-, y cuarto que alza el referente por excelencia del fútbol italiano, Andrea Pirlo, que a sus 34 años es el caballero del fútbol, el empresario que produce vinos, esos que, como él, mejoran con los años.

Ni siquiera le hizo falta a su Juventus ganarse el título en su partido de este lunes, después de que la Roma dilapidara toda emoción en la Serie A al salir vapuleada 4-1 en su visita al Catania. Los Gillarosi tendrán que seguir esperando un año más su oportunidad y es que, como afirmó una vez el mítico técnico inglés Brian Clough sobre él mismo, «Roma no se levantó en un día, pero sólo porque yo no tuve nada que ver en el asunto».

Fue la penúltima jornada del Calcio, en la que un mal Milan derrotó a un inanimado Inter en un Derby della Madonnina que, como escribe Toni Padilla, «enfrentaba a dos sombras, dos viejas que se operan y piensan que con unos morros sintéticos aún son bellas». Ganaron los rossoneri con un triste gol y eso les permite a los de Clarence Seedorf quedarse a tres puntos de sus vecinos y soñar con la Europa League. Fue, además, el último derbi para el incombustible Javier Zanetti, que declaró: «Sentí que llegó el momento de retirarme». El adiós anunciado de un estandarte interista que dio sus primeras patadas hace tres décadas en el Talleres de Remedios de Escalada, mientras cursaba estudios, repartía leche de La Vascongada y ayudaba a su `papá' en las `changas' de albañilería. Se retira `Pupi', el futbolista que desafió el tiempo, a punto de cumplir los 41 años.

Violencia en el Calcio

Un fútbol italiano en el que la cara fue el regreso confirmado del Palermo a la máxima categoría, y la cruz el rebrote de violencia ultra. «Con estos no se negocia», titulaba a toda página el martes ``La Gazzeta dello Sport''. La violencia en el Calcio vuelve a avergonzar. El punto de eclosión fue la final de Coppa entre Nápoles y Fiorentina y, como protagonista no invitado, el líder de los radicales de la Roma, conocido como `Gastone', que disparó e hirió a dos tifosso napolitanos cerca del taller en el que trabajaba. Un delincuente con varias detenciones a sus espaldas, lo mismo que el `portavoz' de los hinchas ultras partenopeos, Gennaro De Tommaso, alias `Genny a Carogna' (El Carroña), hijo de un jefe de la Camorra napolitana, que supuestamente negoció en el mismo estadio -en teoría tiene prohibida la entrada a los campos- con el capitán Hamsik la disputa o no de la final. Y lo hacía portando una camiseta en la que se leía ``Speziale libero», el apellido del aficionado del Catania que mató al inspector de policía Filippo Raciti tras el partido en el derbi siciliano contra el Palermo el 2 de febrero de 2007.

«Periódicamente suceden cosas, nos indignamos todos y, después, nadie hace nada. Será así otra vez. Estamos empeorando más el riesgo de ir al fútbol. Esperamos grandes soluciones y los que forman parte del sistema no mandan señales positivas. En situaciones así no sirven moralizadores, sirve alguna cosa concreta», ha reflexionado Mario Conte, técnico de la Juve. En 2007 ya fueron suspendidas temporalmente todas la competiciones en el fútbol transalpino por esa misma violencia. Un suma y sigue.

El fútbol inglés también aguantó lo suyo durante décadas. Hoy, por suerte, solo se habla de fútbol. Y hablar de fútbol es hablar de Ryan Giggs. El galés `inoxidable', como alguno le ha bautizado, no solo dirigió la victoria del United 3-1 el martes, sino que como entrenador decidió jugar sus últimos minutos delante de los suyos, en Old Trafford. Dicho y hecho, saltó al césped en un hecho histórico y terminó despidiéndose para siempre de su afición, micrófono en mano, augurando que «volverán los buenos tiempos». Seguro. Hizo debutar a dos chavales y uno de ellos, James Wilson, marcó dos goles; cuando el chaval nació, Giggs ya había ganado dos Premiers. El galés sustituyó a otro novato, compatriota suyo, Tom Lawrence.

Porque, a fuerza de repetirlo, el fútbol no deja de ser fútbol. Y sino que se lo digan a otro ilustre, Steven Gerrard y su cara desencajada, o a Luis Suárez y sus lágrimas imposibles. 0-3 ganaba el Liverpool al Crystal Palace en el minuto 78 y los locales igualaron el marcador -con dos dianas de Dwight Gayle, un jugador de 23 años que hace dos años militaba en la sexta división inglesa y antes se ganaba la vida de carpintero-, dejando en bandeja la Premier al City a falta de un solo partido. Increíble, pero cierto. Del cielo al infierno en cuestión de minutos. «La mejoría en esta temporada no nos quita este dolor», fueron las palabras del abatido técnico red Brendan Rodgers.

El City de Pellegrini solo necesita ganar en casa sus dos últimos partidos -uno aplazado ayer ante el Aston Villa y contra el West Ham el fin de semana- para alzarse con la Premier, toda vez que el Liverpool solo le aventaja ahora en un punto. Y después de que los Citizens hubieran salvado la pelota de partido que tenían el fin de semana (2-3) ante un Everton que de paso certificó con su derrota la clasificación para la Champions del Arsenal como cuarto. Y todo en una jornada en la que un alicaido Chelsea no pudo pasar del empate a cero en The Brigde ante el `autobús' de un descendido Norwich, en lo que no fue sino una pérdida de tiempo de dos horas para los espectadores.

Solo una jornada en juego, pero en la que se decidirá el campeón. Al Liverpool no le queda otra que aferrarse hasta el último minuto, porque la tortilla puede volver a dar la vuelta. Anfield asistirá atento a la visita de un Newcastle que se enorgulluce de haber compartido con los Reds a uno de los futbolísticas ingleses más emblemáticos de las últimas décadas. Hubo un tiempo en que el Liverpool contaba con una mítica sociedad goleadora a la que bautizaron como `Batman y Robin'. No eran otros que John B. Toshack y Kevin Keegan, la letal pareja de delanteros de los años setenta. Y todo hasta que, tras su paso por el Hamburgo y el Southampton, `Super ratón' Keegan firmó con las `Urracas' en 1982 a cambio de unas 100.000 libras. Por cierto, el día que él dejó el Liverpool, y como si fuera una señal del destino, los Reds ficharon a la otra `K' de Anfield, Kenny Dalglish. Corría el año 77 y ambos portaron el `7' a sus espaldas.

«Estamos en el cielo, tenemos a Kevin», titularon los periódicos del norte de Inglaterra cuando arribó al Newcastle. «Deben renombrar el equipo: Newcastle Keegan United», propuso el mítico Bob Paisley, quien fuera entrenador de Keegan en los Reds. «En Tyneside no todo el mundo es monárquico, pero todos somos keeganistas», sostenían en su nuevo club, en el que se retiró dos años después, a los 33 años, habiendo anotado ese curso la friolera de 27 goles.

Los caminos de ambos clubes se vuelve a cruzar para poner carpetazo a una Premier ajustada -aunque para apretada la Liga nigeriana, donde 16 de los 20 equipos están encerrados en 7 puntos-, y al menos no está ya sentenciada como en la Bundesliga o la Ligue 1. En Alemania, con casi todo decidido, las miradas están puestas en la dura agonía del `dinosaurio'.

El Hamburgo, que nunca ha perdido la categoría desde el lanzamiento de la actual competición, en 1963, luchará este fin de semana por evitar el descenso automático. «Un club con tanta historia pertenece a la Bundesliga», ha llegado a decir este fin de semana Pep Guardiola, después de que el Bayern le hiciera un 1-4. Con una gran tradición, el equipo de noreste de Alemania es antepenúltimo a falta de una jornada, y de continuar en esta posición se mediría en el play-off al conjunto que termine tercero en la Segunda División. Después de perder 20 de 33 partidos, pinta mal para un club que incluso recientemente tomó la inusual decisión de traerse a un profesional que se describió a sí mismo como «un especialista de energía orgánica y la sanación espiritual», para ayudar a la plantilla.

Al que ha servido de inspiración el anuncio de quién será su futuro técnico es al Olympique de Marsella. «Bielsa, haznos soñar», fue la pancarta que exhibió la afición del OM en referencia al `Loco', que ha fichado por dos años con el club más popular de Francia. Desde que el técnico argentino se acercó a ver al equipo han ganado sus tres últimos partidos, el último 4-2 al Lyon, lo que le ha colocado de improviso a solo 2 puntos de la Europa League. Marsella ya es bielsista. Como lo fue Bilbo.