GARA Euskal Herriko egunkaria
Desenlace en la liga

El empate aporta cierta vida, pero se sigue dependiendo de los demás

Osasuna continúa con vida, pero también en la UVI. El empate les permite seguir en el alambre, pero las sensaciones que deja el equipo son de que llega muy justo de fuerzas a este final de temporada, a lo que hay que sumar el agarrotamiento por los nervios ante lo que hay en juego. Solo vale ganar al Betis y esperar acontecimients propicios.


ESPANYOL 1

OSASUNA 1

El miedo a perder prevaleció sobre cualquier otra circunstancia en el estadio periquito -un segundo gol de los de Aguirre hubiese mandado a Osasuna a Segunda- y ello quedó patente en las evoluciones de uno y otro equipo. En esa incertidumbre de qué hacer -ir a por el partido o guardar la ropa- se impuso la segunda opción, entre otras razones porque la escuadra navarra demuestra ahora mismo muy pocas garantías.

La pequeña revolución diseñada por Javi Gracia en el equipo inicial rojillo no dio el resultado apetecido, al menos de inicio. Tras dejar a hombres de toque en el banquillo -Silva, Armenteros y De las Cuevas-, el once osasunista parecía destinado a bregar luchando por todos los balones y encomendarse al juego directo. Resultó al contrario. La escuadra navarra trató de sacar el esférico controlado desde atrás y ahí dejó patentes sus carencias con los hombres que había sobre el césped.

Es más, a la poca dosis de fútbol se le unieron los nervios. El terror no solo a la derrota, sino también a perder cada pelota, provocó un sinfín de errores por ambos bandos, lo que derivó en contadas llegadas de peligro en las áreas. Osasuna, sí, guardaba sus espaldas con cierta solvencia, pero apenas inquietaba a Casilla, ni daba tres pases seguidos y con sentido para asustar al meta periquito, en un encuentro en el que, a la postre, los cancerberos fueron espectadores de lujo.

Con un Oriol Riera inquieto ante la casi nula llegada de balones y moviéndose por todos lados, lo que restó en su labor de fijar a los centrales y ser referencia en ataque, la pelota se movía más en horizontal que en vertical. La ley del mínimo riesgo se imponía, hasta el extremo de que durante los primeros veinte minutos los dos conjuntos se limitaron a tantearse como si de púgiles sobre el ring se tratase.

El guión solo podía romperse en un lance suelto o una jugada a balón parado. Y así sucedió. Un corner que vino precedido de un ataque local en el que Andrés Fernández midió mal en su salida permitiendo el remate de un delantero rival y sacando Miguel Flaño bajo palos con su cabeza permitió al Espanyol adelantarse en el electrónico. La defensa rojilla solo pudo peinar el saque de esquina y el esférico, sin dejarlo caer, fue golpeado con el exterior por Colotto de manera tan precisa que se coló pegado al poste a media altura.

Antes del descanso

Los de Gracia no han remontado ningún envite esta campaña -tampoco lo habrían de hacer ayer- y de sobra es conocido que encajan mal los golpes. Lo mismo ocurrió en esta ocasión, ya que les costó que llegase la media hora de choque para empezar a asomarse por las inmediaciones de Casilla. Un disparo raso de Roberto Torres y sobre todo un chutazo de Puñal -a punto estuvo de emular el gol conseguido frente al Sevilla- asomaron como brotes verdes para reflejar que todavía quedaba vida en el cuadro rojillo.

Solo faltaba que ello se reflejase en el marcador. Se acercaba el descanso y cuando todo apuntaba a que el cambio de imagen y de eficiencia tendría que quedar para la segunda parte llegó una falta al borde del área espanyolista que botó con criterio el capitán uhartearra y cuya intención fue captada con solvencia por Acuña, que justificaba así su presencia en el once. Era un empate que, al menos, aliviaba males mayores y hacía abrigar esperanzas de que el conjunto navarro pudiese firmar un hito este año, obteniendo su primer revolcón y tres puntos que le hubiesen venido de perlas para apretar más todavía la lucha por evitar el descenso.

Sin embargo, ello no fue así. Entre otras razones, porque la reanudación si por algo se caracterizó fue por su encefalograma plano. Contentas ambas escuadras con el resultado y el reparto de puntos, todo discurrió por los derroteros de un centrocampismo insulso, sin profundidad, de mucha combinación vacía y una actitud contemplativa que se fue alargando con el paso de los minutos.

Ni siquiera los cambios que se produjeron por uno y otro lado aceleraron lo más mínimo una situación que daba la sensación de ser cómoda para los intereses mutuos en un duelo de no agresión para que ninguna de las partes resultase dañada por el fuego enemigo. En esa tesitura quien tendrá que volver a navegar contracorriente será Osasuna, al que solo le vale superar al Betis y aguardar. Dentro de lo malo, disponer de otra semana de angustiosos cálculos significa que queda vida.

«Tenemos muchas opciones de salvarnos»

Es su obligación, transmitir optimismo en un momento tan delicado como el que vive la escuadra que dirige. «Tenemos muchas opciones de salvarnos siempre que ganemos nuestro partido, pese a que seguimos en una situación comprometida en la tabla. Veníamos a por una victoria y no puedo estar conforme, pero valorando los resultados que se han dado, soy optimista», manifestó el técnico rojillo, Javi Gracia, a la finalización del partido.

Como no podía ser de otra forma, en el banquillo osasunista se estuvo pendiente del resto de marcadores «con todo tipo de dispositivos», reconoció el preparador iruindarra, quien destacó de los suyos que «hemos sido capaces de sobreponernos a ese gol en contra en un partido muy cerrado, difícil y con mucha tensión». Y en el que el apoyo desde el graderío de los hinchas desplazados resultó muy importante: «Nuestra afición nos ha dado muchísimo. Empatizas con el sentimiento de la gente y de los nervios no se escapa nadie», admitió.

En ese sentido, manifestó que el vestuario navarro se encuentra en estos momentos «en una situación en la que hay constantes subidas y bajadas de ánimo». «Yo trato de que se mantenga el pensamiento positivo porque mi responsabilidad es transmitir tranquilidad», apuntó.

Javier Aguirre, por su parte, también reconoció que sus futbolistas jugaron agarrotados por las circunstancias. «No queríamos cometer errores y se veía que el equipo quería y no podía, no había forma de soltarse del todo. La permanencia ha costado mucho y está claro que los jugadores tenían demasiada presión», confirmó el exentrenador rojillo.