JUL. 02 2014 Mundial de Brasil 2014 Don José Martí PERARNAU Se muestra imperturbable, como si no hubiera ocurrido nada. Pero ha ocurrido: un fogonazo de genialidad ha recorrido Maracaná. El chico lo ha presentido, de ahí que girara imperceptiblemente el cuello en cuanto intuyó que la cabeza de su compañero estaba deseando pasarle el balón. Gira el cuello para detectar en el mapa las coordenadas del portero uruguayo y también de sus ayudantes, los defensas. Cuando recibe el balón ya se ha orientado adonde señala el mapa. No pretende, como tantos otros, amortiguar el cuero con ese pecho de gomaespuma, sino que busca ir un paso más allá: se orienta hacia el objetivo al mismo tiempo que acuna el esférico y amartilla el gatillo. Don José le observa desde lejos, pero en su mente ya es gol. Es gol. James obra un prodigio en el que aúna la eficacia y la estética en una sucesión de gestos y detalles imborrables. Don José ni siquiera aplaude. Está pensando en el siguiente paso. Ahora tocará defender la ventaja, abrigarse más, llegarán las dificultades, moveremos esta pieza y esa otra, buscaremos la salida al nuevo laberinto, nos harán daño, haremos daño... Don José cumple dos años y medio al frente de Colombia. Su paso no ha sido fácil, ni vano. Recogió los restos de un paciente frágil y los transformó en un combinado alegre, confiado y vibrante. Lo hizo sin apenas cambiar ese rictus doloroso que emblanquece sus mejillas. Como todo entrenador de talento, fue muy cuestionado porque quiso cambiar el statu quo, lo tradicional. Lo cambió y ya está frente a Brasil, dispuesto a ganar la batalla del café. Inmutable, sobrio en la victoria, impertérrito ante los prodigios. Don José Néstor. Un hombre discreto, un entrenador superlativo.