JUL. 16 2014 CRíTICA: «Dos vidas» Las consecuencias del nazismo siguen presentes Mikel INSAUSTI Zinema kritikaria Uno de los planes nazis que más afectó a toda Europa fue el proyecto lebensborn (fuente de vida) de Heinrich Himmler. Entre los diferentes experimentos genéticos que incluía, se encontraba la custodia de los hijos nacidos de las relaciones entre miembros de las SS y mujeres nativas de los países ocupados. Los bebés fueron literalmente secuestrados y apartados de sus madres, con problemas para regresar a sus lugares de origen a posteriori, donde pasaron a ser considerados como «hijos de la vergüenza». En el 2000 la película de Milan Cieslar «Proyecto Lebensborn» dio cuenta de lo ocurrido en la República Checa, y ahora la alemana «Dos vidas» aborda la vertiente noruega del problema, basándose en una novela de Hannelore Hippe. La trama de «Dos vidas» abarca desde el fin de la guerra hasta nuestros días, con tal de hacer ver el modo en que las consecuencias del nazismo han seguido presentes históricamente dentro del mapa geopolítico europeo. De todo ello se deriva un problema identitario, que afecta a personas de aquellos países que sufrieron la ocupación y cuya reconstrucción dio lugar a un sinfín de intrigas, más propias de un relato de espionaje. De ahí que este drama sobre una mujer sin identidad haya sido comparado con «La vida de los otros», al indagar sobre su pasado en la Alemania del Este, de donde salió rumbo a Escandinavia con ayuda de agentes de la Stasi. Dicho flash-back es introducido a partir de la caída del Muro, siguiendo la investigación judicial de un abogado que quiere presentar una demanda formal contra el gobierno de Noruega reclamando los derechos no reconocidos de los lebensborn. El misterio que rodea a la protagonista, interpretada por Juliane Köhler, maneja los tiempos con sumo tiento, sin forzar las caracterizaciones cambiantes de la actriz, gracias a una perfecta diferenciación de la textura visual, que en la relativa a los años 60 y 70 utiliza una fotografía en 16 mm. saturada de color y con mucho grano. La presencia de Liv Ullmann como madre de acogida hace el resto.