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Interview
Gorka Gamarra y Juantxu Beloki
Director y productor de «Lantanda»

«Los guineanos están volviendo a sus raíces»

El director de cine Gorka Gamarra vivió tres años y medio en Guinea-Bissau, donde descubrió su realidad política y cultural. Decidió filmar un documental y le hizo una propuesta al productor y director de fotografía Juantxu Beloki. Tras meses en condiciones extremas, llega a Zinemira «Lantanda».


«Lantanda», nombre del film de la sección Zinemira, significa coger algo que está abajo y elevarlo en lengua creola de Guinea-Bissau. «El país podía haber tocado fondo pero lo están volviendo a lanzar hacia arriba», explicó Gorka Gamarra, el director de esta cinta que cuenta la historia reciente del país africano basándose en su música y su cultura. «Es el único país del África Subsahariana que consiguió la independencia luchando, fue un modelo para los demás. Nelson Mandela hablaba muy bien de Amílcar Cabral -líder asesinado en el 73- y sus ideas siguen estando ahí».

«Lantanda» habla sobre un pueblo oprimido que utiliza su lengua para impulsar su cultura. ¿Podríamos comparar Guinea-Bissau con Euskal Herria?

Gorka Gamarra: Evidentemente, algunas personas pueden encontrar alguna relación con otros lugares pero yo creo que es una historia muy africana, porque la cuestión de la lengua está muy asociada al poder colonial y a la división jerárquica de la sociedad. En ese sentido, las grandes figuras de los años 50-60 inciden en el «poder ser» y eso pasaba por la independencia.

Los guineanos se han aferrado a su identidad.

G.G.: Creo que están volviendo a sus raíces. En su día se posicionaron contra el poder colonial, decían que luchaban contra el régimen fascista de Salazar. Lo que se ve en «Lantanda» es que esa lucha por la independencia era una revolución cultural.

Había tres categorías de ciudadanos: Los colonos civilizados; los asimilados, con unas costumbres parecidas; y los indígenas. Cualquier persona que no hablase, leyese o escribiese portugués era considerada indígena. Se excluye al 80% de la población, y esos son los que realizan la revolución cultural. Quieren poder expresarse en su lengua, el creolo de Guinea-Bissau, y quieren tener su propio país y ser soberanos del mismo.

Todavía no han conseguido que el creolo de Guinea-Bissau sea oficial. ¿Qué supone para ellos este idioma?

Juantxu Beloki: Es lo que une a las diferentes etnias y les hace país. Después de conseguir la independencia, es difícil entender por qué no han conseguido que sea el idioma oficial. En un principio no era un idioma escrito, así que tienen un trabajo muy importante que hacer todavía. Ahora hay una nueva generación que empieza a tener la necesidad de recuperar eso, por ejemplo, por medio de la música.

¿El enfoque del documental era musical desde el principio?

G.G.: Teníamos la idea de enfocarlo desde una expresión cultural y la música cogió más fuerza de la que pensábamos. Decirle a un poeta o a un escritor que hable cuando su modo de expresión es la escritura quizá sea más complicado que pedírselo a un cantante.

J.B.: La música da mucho más juego. Hay gente que tiene brillo, y por ellos ese guion que teníamos fue evolucionando. Los músicos, sobre todo los jóvenes, nos dieron una lección. En la situación que está el país ellos nos mostraron la necesidad de avanzar. Ellos cantan en creolo porque es su lengua cuando lo más fácil sería cantar en portugués porque sería una salida hacia Europa.

Pero detrás de la música hay mucho más...

J.B.: Había gente que tenía miedo de decir determinadas cosas porque ellos van a seguir viviendo allí.

G.G.: Todas las noticias han llegado sobre Guinea-Bissau en los últimos 10 años han sido por dos razones: por la relación con la llegada de droga o por la inestabilidad política del país. Desde el 98 que hubo una guerra ha habido golpes de Estado prácticamente cada dos o tres años, y cuando hicimos el rodaje el país era un estado militar. Había algunos aspectos que nos habría gustado abordar más pero no pudimos. A ellos les gustó la idea de que por una vez venga gente de fuera y se interese por la cultura sin ponerle un adjetivo.

Ven esta película como un impulso para el pueblo guineano. ¿Por qué ese país?

G.G.: Es uno de los más hospitalarios en los que he estado, en seguida eres uno más de casa. Ellos no tienen agencia de comunicación que pueda exportar sus propias noticias y la mirada exterior es muy negativa, cuando hay muchas cosas positivas que están ocurriendo. La asociación de ideas que se hace es «inmigrante africano salta la valla», pero es que a lo mejor esa persona es un cantante o un ingeniero y no le han dado un visado.

J.B.: Visualmente, África, es muy atractivo para un director de fotografía, con la complejidad de que es un país que no tiene ningún tipo de infraestructura, y con unas temperaturas elevadísimas, con mucho polvo y muchísima luz.