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Interview
ROBERTO IÑIGUEZ
ENTRENADOR DEL NADEZHDA ORENBURG Y SUBCAMPEÓN DE LA EUROLIGA FEMENINA

Roberto Iñiguez: «La Final Four comienza al día después de clasificarte»

Si hay alguien que conoce los entresijos del Fenerbahçe y conoce lo que significa una Final Four, no es otro que el técnico gasteiztarra. Vencedor con el Ros Casares de la edición de 2012 y subcampeón en las ediciones de 2013 y 2014 con Fenerbahçe, y con Nadezhda Orenburg en 2016. Su premisa, trabajar sin descanso para «hacer sentir a los jugadores que llegas preparado a la gran cita».


Es difícil ser profeta en la tierra propia, y en el caso de Roberto Iñiguez de Heredia, (Gasteiz, 1967), le ha tocado ir al Este para triunfar. Campeón de Euroliga con Ros Casares en 2012, el gasteiztarra rozó ese éxito en un club tan exigente como Fenerbahçe; dos años en un club exigente que lo dejaron agotado y que ahora observa «preparado para dar el salto» de la mano de Zeljko Obradovic. Y aunque animará al Baskonia desde Orenburg, en los Urales, avisa del peligro de un «Fener» hecho a imagen de su entrenador. «Es un luchador y jamás se rendirá».

Usted conoce las Final Four y sabe lo que es ganar una. ¿Se encamina la preparación desde el primer momento?

Bueno, en mi caso, he dirigido equipos como el Ros Casares al que cogí en diciembre, o años como el del Fener o Nadezhda que han sido muy diferentes.

Las dos temporadas en las que el objetivo era disputar la final de la Euroliga fueron la del Ros y mi segundo año en Turquía. En esta última sí que desde el principio planifiqué la temporada para intentar llegar lo mejor posible a ese momento. Evidentemente, el baloncesto implica replanificación constante y convivir con la presión de tu competición doméstica porque eran equipos diseñados para disputarlo todo.

Mi primer año en Fener y este en Rusia han sido totalmente diferentes; simplemente llegar a la Final Four era un gran éxito y disputar las dos finales algo que ni imaginábamos. En el caso del Ros Casares cuando aterricé las cosas no estaban funcionando y la exigencia era máxima; había que activar un equipo que, en ese momento, no lo era, y que tenía un talento descomunal.

¿Hay mucha diferencia de una Final Four en la que gana a otra en la que es subcampeón?

Respecto al juego la diferencia es mínima, son pequeños detalles, pero esos pequeños detalles se generan durante el año, con tu trabajo, con tu constancia. A la Final Four hay que llegar con los deberes hechos. Luego hay un factor mental, de experiencia. Por ejemplo, Zeljko –Obradovic– lleva trabajando en Fener ya tres años, ha ido puliendo su equipo y staff a su filosofía e idea y es este año cuando ese grupo está maduro para conseguirlo (tres temporadas).

Respecto a lo de ser campeón o subcampeón, depende mucho del equipo que dirijas y sus posibilidades. Para nosotros esta temporada es un éxito histórico, es la primera vez que Nadezhda se clasifica para Final Four así que imagínate.

Hay gente que le gusta mucho «rajar» de los demás, y dicen con una frivolidad tremenda que las finales son para ganarlas y se quedan tan anchos... La mayoría de los que más hablan llevan muchos años seguidos viendo finales por la televisión... yo prefiero jugarlas.

¿Cuándo se empieza a disputar una Final Four? ¿Uno está contento o ansioso de que llegue la cita?

En mi caso y en el de Zeljko Obradovic empieza el día después de clasificarte. En cuanto conoces tu rival de semis empiezas a trabajar cada detalle del partido en los entrenamientos e intentas transmitir a tu equipo dónde son fuertes (lo que hay que parar), y dónde tienen puntos débiles (lo que hay que atacar). Exijes a tu staff llegar a todo, cualquier detalle importa. Tienes que saber todo referente al otro técnico, cómo reacciona, cuándo está cómodo o incómodo... todo suma.

En la semana del torneo has de recordar detalles. El jugador ha de sentirse preparado y empiezas a trabajar el factor mental porque creer es básico.

Respecto a si estás más contento o ansioso... hay que marcar bien los tiempos y transmitir al equipo naturalidad, preparación y determinación. Repito, los últimos días deben ser para recordar, para los detalles, para un plan B, etc... los deberes hay que hacerlos antes.

Usted abandonó Fenerbahçe por sentirse «agotado». ¿Es especialmente agotadora la Liga Turca? ¿Fenerbahçe en particular?

Turquía es duro, no lo voy a negar, y Fenerbahce como club el más duro. Cuando Zeljko llegó al Fenerbahce amenazó con marcharse sin llegar a cumplirse un mes... mucha gente alrededor, club muy grande, con mucho fanatismo…

Acordaros de –Simone– Panigiani, coach que vino de Siena como uno de los mejores de Europa; duró cuatro meses y yo fui espectador en directo de su degradación física y psicológica, incluso tuvo que ser ingresado una semana... Lo mismo con Neven Spahja; pero Obradovic, ese es de otra pasta... con ese no pueden. Gran maestro, gran persona, COACH con mayúsculas y luchador hasta el límite. Su frase favorita siempre era guiñándome un ojo: «Hay que luchar».

Pero respecto a lo de sentirme agotado, yo creo que no tiene nada que ver Turquia o Fenerbahce. El problema es que yo soy agotador, soy muy obsesivo, vivo sólo para el equipo y eso es bueno para unas cosas y muy malo para otras.

Define usted a Obradovic como «el número uno». ¿Qué lo lleva a definirlo así?

Muy fácil: lo he visto trabajar. Es el mejor entrenador que he visto. Es exigente hasta el límite, pero al final sus jugadores lo quieren y los que no lo quieren es porque están pensando más en ellos que en el equipo.

Es luchador, no se rendirá nunca. Y es un tío excelente, con su palmarés podía ser un tonto del capirote y, sin embargo, es una persona natural, que le gusta conversar, reir, cantar... aprender y que transmite alegría por la vida y amor por el basket. Un 10 y un ejemplo a seguir para los que nos dedicamos a esto.

Entre el año 2000 –Efes Pilsen– y hasta 2015 no hubo equipos turcos en la Final Four masculina. ¿Mediatiza eso a técnicos y entrenadores cuando fichan por un equipo de ese país?

En Turquía ha habido equipos de inmenso talento, de brutal presupuesto... pero el dinero no lo es todo. Los jugadores nacionales han estado sobrevalorados durante mucho tiempo tanto en masculino como en femenino, y eso ha sido un gran error.

Hay que hacer un proyecto, ser constante y tener paciencia. Creo que este año Fenerbahçe sí está preparado para el asalto final y tiene muchas posibilidades de conseguirlo.

Pero a un partido las probabilidades de sorpresa aumentan. Si fuesen play offs estaría convencido que Fener es súper favorito, pero el Baskonia ante todo es un equipo, y eso es muy importante en estas citas... ¡¡Y es el Baskonia!!

¿Ha podido seguir al Baskonia este año? ¿Le sorprende que esté en la Final Four?

No lo he podido seguir lo suficiente al equipo como para juzgar con profundidad, pero evidentemente es un gran éxito que esté ahí. «Peras», y no descubro nada, es de ese perfil de constancia, perseverancia que al final te lleva a grandes cosas... no hay secretos. Mira los equipos y de dónde son sus entrenadores: un serbio, un croata, y dos griegos que han bebido de los entrenadores balcánicos. ¿Casualidad?

¿Es posible ver un partido olvidándose de que es entrenador? ¿Su corazoncito irá con su exequipo Fenerbahçe o con el Baskonia?

Nunca te olvidas de que eres entrenador porque ser entrenador es ante todo algo vocacional. El entrenador es entrenador sea profesional o sea por un café entrenando minibasket...

Y hombre, un tío gasteiztarra, orgulloso de su ciudad y de su gente... ¡¡va con el Baskonia!!

Eskerrik asko eta zorte on Baskonia!!

 

«Mi jugadora franquicia, DeWanna Bonner, me preguntó: ‘¿Coach, duerme usted alguna vez?’»

La presión por optar a los títulos es tal que acaba por agotar a jugadores y entrenadores. Roberto Iñiguez se cura en salud. «Soy muy obsesivo y agotador. La presión externa apenas me llega porque ya me la pongo yo».

¿Cómo convive usted con la presión de tener que ganar títulos en la élite?

A esto siempre contesto igual. Yo soy tan exigente conmigo mismo que la presión de los demás muchas veces ni me llega. La jugadora franquicia de mi actual equipo, DeWanna Bonner, me preguntó muy educadamente: «¿Coach, usted duerme?» No hace falta decir más... Si quieres conseguir grandes cosas, hay que ser exigente, con el equipo colectivamente y con las jugadoras individualmente.

¿Se puede disputar una Final Four «sin nada que perder»?

Yo he vivido diferentes casos. Presión máxima del entorno por disputarla (Ros y Fener en mi segundo año), y sensación de llegar a ella para disfrutarla. Yo siempre he transmitido ambición a mis jugadoras, las he intentado preparar bien porque el jugador/a necesita para creer sentirse preparado. En eso siempre soy muy pesado... al principio las jugadoras te odian, pero luego lo agradecen, y nunca se olvidan de esos momentos.

En la Final Four femenina de Estambul eliminaron a Fenerbahçe. ¿Cómo se sintió usted ante su exequipo?

Sinceramente, fue una de las sorpresas más grandes que me llevé. Esperaba cierta hostilidad, porque cuando salí lo anuncié con meses de antelación y sé que su orgullo turco no podía soportar que un entrenador se quisiese ir, cuando todos los entrenadores de Europa están deseando ir allí. Sin embargo, sentí cariño, calor y mucho respeto por el club, directiva y sobre todo por la afición.

Creo que con el tiempo han valorado mucho mejor el trabajo que hicimos allí y ahora comprenden que jugar finales de Euroliga no es sencillo; de hecho, desde que salí no han podido conseguirlo pese a invertir mucho dinero y medios.A. G.