Patxi Bisquert: un espíritu libre
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La vuelta al cine rodado en euskara de Patxi Bisquert es una gran noticia, y todo un acierto por parte de Koldo Almandoz, que ha sabido ver en el actor de Zizurkil a la persona ideal para hacer de hermano de Ramon Agirre en ‘Oreina’ (2018). Si Patxi domina a placer el papel de tipo asilvestrado no es porque fuera el mítico protagonista del clásico de Montxo Armendariz ‘Tasio’ (1984), sino porque en su vida real ha vivido toda clase de experiencias tanto en el medio rural como el urbano, pero siempre con el común denominador de comportarse como un espíritu libre. Su biografía merece una película, y me extraña que todavía ningún documentalista se haya interesado por ella. El único otro actor de nuestro cine que tiene una trayectoria más larga que la suya es Ramón Barea, con quien ya coincidió en ‘La fuga de Segovia’ (1981).

A Patxi Bisquert tal vez le haya faltado una mayor continuidad, pero va con su forma de ser, ya que es de los que aguanta poco tiempo en el mismo sitio y va de un lugar a otro, sin establecerse o acomodarse. Ha sido así desde que era menor de edad, y para los 14 años ya estaba trabajando fuera del baserri, metido en organizaciones sindicales y la lucha política de los años de plomo que le tuvo preso entre el 72 y el 75. Fue de los primeros en vivir en comuna, y hasta explotó una granja de conejos en Zalduendo o vendió enciclopedias a domicilio. En fin, también ha probado a escribir novela y a dirigir sus propios proyectos fílmicos, aunque le queda pendiente el más querido, sobre su paisano el bertsolari Pedro Mari Otaño, que murió en el exilio argentino a principios del pasado siglo.
En tiempos recientes sus servicios como actor han sido más solicitados por el cine gallego y el catalán, sin problemas para adaptarse a ambos idiomas. En Catalunya ha trabajado con Jordi Grau, Ferran Llagostera, Antoni Verdaguer o Françesc Bellmunt. En Galiza ha participado en la mejor película que se ha hecho allí, nada menos que ‘A Esmorga’ (2014) de Ignacio Vilar, así como en la reciente vuelta a su Uruguay natal de la realizadora Manané Rodríguez con ‘Migas de pan’ (2016). No en vano estuvo residiendo en Ourense, donde abrió la casa rural Eguzkilore. A su regreso se instaló en el valle de Larraun, en Astitz, y en la actualidad se ha trasladado no muy lejos, al lado de Irurtzun, a Errotz Arakil.