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La protesta contra el precio del diesel ha tenido una sonora protesta, también en Euskal Herria

La protesta impulsada desde redes sociales y que ha tomado por símbolo el chaleco amarillo ha tenido una respuesta destacable en el conjunto del Hexágono. En Euskal Herria, unas 400 personas se han sumado a la protesta y han bloqueado puntos neurálgicos de la red viaria.

Un camión gira al encontrarse con la carretera cortada. (Bob EDME)

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La cita era a las 7.30 en el párking de la feria de muestra Iraty, en Biarritz, donde por cierto este fin de semana se celebra la cita anual de la agricultura vasca y sostenible, Lurrama. Pequeño interrogante de partida de una queja que genera muchas contradicciones, aunque la mayor de ellas no afecta tanto a la ciudadanía como al evidente foso abierto entre la gente de pie y las élites gobernantes.

Unas 400 personas, con el preceptivo chaleco amarillo, se han dado cita en ese lugar antes de que las fuerzas de esta legión de ex conductores, sólo por unas horas, se hayan repartido por rotondas y accesos principales a ciudades. El grueso de la tropa lo conformaban gentes de mediana edad, unos pocos jóvenes y decenas de osados pensionistas, unidos a la hora de gritar que la subida de los precios de carburante, y en particular del diesel, ha sido la gota que ha colmado el vaso de su paciencia.

Es el caso de repartidores, conductores de ambulancia, panaderos, profesores o enfermeras que residen lejos del lugar del trabajo, y para los que esos 30-40 céntimos por litro de diesel de diferencia de precio que marcan, por hacernos una ideas, las gasolineras de Iparralde con respecto a las de Hegoalde, supone un sobrecosto cada día más difícil de asumir.

Unas 2.000 personas

A las 8.00, desde la Prefectura de Pirineos Atlánticos se daba cuenta de 18 puntos de protesta en el conjunto del departamento y se cifraba la participación de 2.000 personas en la protesta.

El ministro de Interior francés, Christopher Castaner, por su parte, daba cuenta de mil puntos de manifestación y contaba 124.000 personas en la calles. Una movilización desigual entre territorios, en la que las zonas rurales parecen haber respondido con más vigor, seguramente por el grado de afección del precio del carburante dado lo diseminado de los núcleos de población, la falta de alterativa de transporte público y la sensación de abandono que, de por sí, sienten sus habitantes del campo.

En Euskal Herria, la movilización se ha hecho sentir en los accesos a la zona comercial del BAB2, a través de la rotonda de Cadran, en Angelu, y en las arterias de entrada y salida de Baiona.

En la muga de Biriatu se han formado largas colas de camiones, y se han vivido algunos momentos de tensión con los transportistas. Más allá de alguna discusión encendida, la protesta ha trancurrido, entre humos y claxonazos, pero sin grandes conflictos que reseñar.

Tratándose de una ‘bronca de carretera’, ha habido tribus que no podían faltar. Así, los motoristas han tomado parte activa en el bloqueo del acceso de la primera aglomeración urbana de Lapurdi. En la rotonda de Saint-Leon, ya en Baiona, varias portadoras de chalecos amarillos repartían dulces a los conductores, por aquello de calmar los ánimos.

Las operaciones caracol, o de filtrado de vehículos, han sido respondidas con sonoras pitadas y algunos gritos desde el interior de los vehículos, unas veces para apoyar y las más para protestar por el trastorno causado por la protesta.

Malos humos

Con todo, la movilización de los chalecos amarillos ha servido para escenificar un malestar social que ha llevado a un Macron, por lo habitual altivo, a bajar a la realidad y entonar el mea culpa.

«No he conseguido reconciliar a la ciudadanía con sus dirigentes», confesaba a las puertas de la protesta. Pasado el 17N, queda por saber si aplicará un cambio de rumbo, más allá de las medidas amortiguadoras sobre precio de diesel y ayuda a la transición al vehículo eléctrico, con las que ha tratado de debilitar, in extremis, la convocatoria de los chalecos amarillos.

A la espera de noticias al respecto, la mayoría de los conductores del norte vasco, en particular los de las localidades próximas a los pasos de Gipuzkoa o Nafarroa Garaia, seguirán peregrinando semanalmente al sur para tratar de compensar con el viaje el golpe que el lleno de depósito les causa en el bolsillo.