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La ciencia tiene soluciones para acompañar la acción

Cinco científicos han hablado de retos, evidencias, respuestas, del conocimiento como motor de la acción para frenar el cambio climático. Han defendido que hay que ser críticos y contundentes y llevar a cabo una acción colectiva a todos los niveles, desde el local al global. La ciencia puede acompañar esta acción.

Una de las ponencias del Change the Change, con Uxua López y Ana Payo, de la Red Internacional de 1.000 Científicas frente al Cambio Climático Homeward Bound. [Jon URBE/FOKU]

En la mesa redonda ‘La salud del planeta: ciencia para la acción’ de la Conferencia Internacional de Cambio Climático Change the Change, María José Sanz, directora científica del Basque Center for Climate Change BC3, ha recordado que las personas venimos de ser cazadoras-recolectoras y nos hemos convertido en tecnocráticas. «Promovemos la reducción de la biodiversidad, así como otros cambios, por ejemplo en los ciclos del carbono. Tenemos una capacidad de transformación inmensa; por ejemplo, el mar Aral prácticamente ha desaparecido».

Cada vez consumimos más energía y esto, junto a nuestra movilidad, que es brutal, y el sector agrícola, entre otros, nos lleva a emitir gases de efecto invernadero. Todo esto genera anomalías en el clima y, a la vez, cambios en la disponibilidad del agua (en 2100 puede disminuir a la mitad en la cuenca del Mediterráneo).

«La ciencia ha puesto suficientes evidencias y podemos acompañar a la acción. Tenemos soluciones, pero estas tienen que aterrizar a nivel local», ha reivindicado.

Cambios en el nivel del mar

Alejandro Cearreta, doctor en Geología y profesor de Micropaleontología en la UPV/EHU ha explicado lo que podemos aprender del pasado para combatir el cambio climático, que es «uno de los límites del planeta». Ha recordado que hasta 1935 la temperatura de la Tierra era más baja que la media, pero que desde la segunda parte del siglo XX hasta hoy, especialmente en los últimos años, la temperatura está por encima de la media.

Como consecuencia del cambio climático está ocurriendo una aceleración rápida del nivel del mar de más de tres milímetros al año.

Cuarto año más cálido

José Manuel Moreno, catedrático de Ecología de la Universidad de Castilla-La Mancha, ha añadido que 2018 fue el cuarto año más cálido. El CO2 que se emite actualmente es de 412.24 ppm y la tierra está enverdeciendo como respuesta a este incremento de CO2.

Entre los cambios generalizados que se han observado, están la distribución, abundancia y comportamiento de muchas plantas y animales. Se están desplazando a lugares más fríos. Moreno ha destacado el decaimiento forestal, lo que implica graves riesgos. Los eventos extremos también van en aumento: sequías, tormentas, inundaciones, incendios, plagas... En muchos de ellos, el 63%, ha contribuido el cambio climático.

Fijando la mirada en el futuro, ha indicado que tenemos el Acuerdo de París, que, en palabras de su colega María José Sanz, es una caja coherente que contiene múltiples piezas de diferente tamaño.

Riesgo= probabilidad X efecto

Luis Balairón, de la Agencia Española de Meteorología AEMET, ha afirmado que el cambio climático no es sino «una adaptación a lo que recibe. El 90% del desequilibrio radiactivo se debe a la acción humana». Y ha añadido que el riesgo es igual a probabilidad X efecto. «Nosotros hacemos hipótesis, escenarios, pensando lo que ocurrirá si no hacemos nada y si hacemos las cosas bien».

Manola Brunet, presidenta de la Comisión de Climatología de la Organización Meteorológica Mundial, ha remarcado que el 90% del exceso de energía absorbida por el sistema climático acaba almacenada en los océanos, lo que es «una bomba de relojería» para el futuro.

Le preocupa la velocidad del cambio climático, que no tiene precedentes, así como su carácter selectivo, ya que lo sufren más los países «menos desarrollados», cuando, además, no han sido los responsables. «Deben pagar los platos rotos sin haberlos usado». Brunet ha adelantado que en la próxima década los extremos climáticos, los desastres naturales, la crisis del agua y la pérdida de la biodiversidad, entre otros, tendrán alto impacto económico y social.