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Interview
Josefina Roco
Trabajadoras No Domesticadas

«Los cuidados se han convertido en una mercancía más»

Josefina Roco, miembro del colectivo de Trabajadoras No Domesticadas, se ha parado a hablar con NAIZ después de participar el la primera mesa central de las V. Jornadas Feministas de Euskal Herria.

Josefina Rico, en la mesa central de las Jornadas Feministas de Euskal Herria. (Endika PORTILLO/FOKU)

Participó en las primeras Jornadas de Trabajadoras del Hogar y de Cuidados en Bilbo, y ahora acude a las Jornadas Feministas. ¿Son necesarias estas plazas para colectivizar su lucha?
Por un lado, las trabajadoras de hogar hemos tenido tres encuentros: en Bilbo, con 180 compañeras, en Donostia, que fueron unas 90, y el domingo pasado, en Gasteiz, también con 110 mujeres. Son encuentros muy importantes porque se crea un espacio propio, de reconocimiento, de autoafirmación, de identificar que las situaciones particulares que suceden en el ámbito privado a las trabajadoras del hogar. No son hechos aislados, sino que al encontrarte con otras compañeras en situaciones parecidas vamos identificando otros puentes en común. Esos puentes permiten dimensionar que es una cuestión política que responde a cómo funciona esta estructura, a cómo funciona el sistema y el lugar que ocupa el trabajo del hogar y de cuidados.

Ha dicho en su ponencia que las trabajadoras de cuidados sufren una nueva forma de esclavismo y que hay que abolir este empleo.
Nos estamos encontrando con mujeres que trabajan los siete días de la semana las 24 horas del día, atravesadas por todo tipo de violencias y discriminaciones, violencias que las ponen al nivel de un objeto. Como que todo se puede comprar y vender y encima, como es barato, parece que te da derecho a todo. Violencias clasistas, machistas, sexistas, de control, de abuso de poder, de maltrato físico y emocional.

Además, el de los cuidados, es un tema central.
La sociedad capitalista, patriarcal, colonial, no asume los cuidados como una necesidad colectiva. Toda persona necesita cuidados, y en lugar de reconocerse como una necesidad colectiva, los cuidados ahora mismo son un problema, una falla del sistema, un gasto. Entonces, cuanto más aislado sea, más feminizado, más privatizado, más llevado al ámbito de lo doméstico, mejor es para la sociedad. La sociedad está sacando una gran rentabilidad de la forma en la cual se están resolviendo los cuidados. Si como sociedad asumimos los cuidados como un derecho colectivo, si lo vemos como parte de la vida, si nos describimos como personas vulnerables e interdependientes, la gestión de los cuidados sería completamente diferente. Aquí lo que faltan son políticas públicas de cuidados, infraestructuras públicas de cuidados, que sean accesibles para todas las personas, que sean universales, que tengan en cuenta las necesidades y diversidades particulares. Los cuidados son una mercancía más, quien más puede pagar más acceso a cuidados tiene.

A pesar de ello, decía que las reformas laborales no son suficientes.
Las reformas son necesarias, pero no necesariamente nos garantizan los cambios de fondo que estamos necesitando. Una revolución de la sociedad implica transformar de raíz cómo están organizados y estructurados los cuidados ahora mismo. Si logramos que los cuidados se reconozcan con un mejor salario, con más descansos y tengan mejores condiciones laborales sería muy importante, pero creemos que es un horizonte, no el final. Es una de las medidas de tránsito que necesitamos.

¿Qué se ha conseguido hasta ahora en el ámbito del trabajo del hogar?
En el 2012 se modificó la normativa vigente, el real decreto que no cambiaba desde 1985-86, el de la Seguridad Social, y desde el 68 el laboral. O sea, que funcionábamos todavía con una normativa que era franquista. Se creía que esas modificaciones habían sido un avance, pero estamos viendo en la práctica cotidiana que no lo fue tanto. La tendencia fue una pérdida de condiciones laborales, el alta obligatoria en la Seguridad Social se traduce en que las trabajadoras tienen que pagar la cuota íntegra; un 40% de los contratos siguen siendo orales y de los contratos escritos, el 90% no refleja las condiciones reales, son mentirosos, incubren el régimen interno.