El hundimiento de la casa Garizmendi
[Crítica]: ‘Hil kanpaiak’
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Tomando como referencia la novela ‘33 ezkil’ de Miren Gorrotxategi, Imanol Rayo afronta en esta su segunda experiencia en el formato largo una tragedia familiar en el que impera la ley no escrita del silencio.
El hallazgo de los restos de un cadáver prenderá la mecha que derivará hacia una explosión física y emocional que se vislumbra desde el instante en el que el autor de ‘Bi anai’ esboza con acierto el doloroso peso emocional de una familia.
Siempre a distancia prudente, el espectador es testigo desde los rincones penumbrosos del caserío Garizmendi, de las vicisitudes de un clan marcado por la desdicha.

La alternancia, a veces difusa, del pasado y el presente nos ayudan a descubrir los pasajes que derivaron en una situación extrema que vive atrapada entre las silentes paredes de uno de los personajes principales de la acción, el propio hogar.
Itziar Ituño vuelve a revelarnos su versatilidad metiéndose en la piel de la madre de una familia mutilada emocionalmente. Por su parte, Eneko Sagardoy cumple con su cometido de dar vida a dos gemelos de personalidades diferentes.
Entre ambos actores soportan el peso dramático de una historia que más que ampararse en el thriller, se adentra con mayor fortuna por los senderos trágicos que imaginó Edgar Allan Poe. Una sensación amplificada por la excelente fotografía de Javier Agirre Erauso y la no menos oportuna banda sonora coral de Fernando Velázquez.
Visualmente intensa pero a ratos demasiado dependiente de ello, esta crónica negra transcurre dictada por un ritmo pausado que languidece en una recta final excesivamente prolongada, lo que provoca que se diluya la fuerza de la escena en la que la casa de los Garizmendi engulle a sus fantasmas de una vez por todas.