La fragilidad del cisne de Utrecht
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El pasado mes de febrero Marco Van Basten, uno de los mejores delanteros de todos los tiempos, publicó su autobiografía. Bajo el título de “Frágil”, el que fuera ariete del Ajax o el Milan realiza un ejercicio de introspección sin concesiones. Al estilo de “Open” del tenista André Agassi, “Ganar a cualquier precio” del ciclista Tyler Hamilton o de “Zlatan”, la obra en la que el periodista David Lagerclantz –continuador de la saga Millenium– conversa con el delantero sueco, Van Basten huye de los tópicos o lugares comunes edulcorados al realizar su semblanza. En la misma, el neerlandés no esconde sus miserias, desgracias personales, malas inversiones financieras o los conflictos que tuvo con Arrigo Sacchi o Rinus Michels.
Nacido el 31 de octubre de 1964 en Utrecht, destacó pronto y con apenas 15 años fichó por el juvenil del Ajax. El menor de tres hermanos, creció en el seno de una familia con notables antecedentes deportivos. Su abuelo fue campeón de los Países Bajos en levantamiento de peso mientras que su padre Joop había ejercido como entrenador, masajista o podólogo de diferentes equipos modestos. La vida de su progenitor estuvo condicionada por la II. Guerra Mundial, periodo en el que robaba comida de los camiones del ejército alemán durante la ocupación.
Más allá de su pasión y talento para el balompié, la infancia de Van Basten estuvo marcada por una tragedia explicada en el primer capítulo del libro: la muerte de su amigo Jopie cuando únicamente contaban con siete años. Una desgracia que presenció in situ: ambos estaban cruzando un lago helado y se rompió al paso de su compañero.
Y es que la vida del que fuera tres veces Balón de Oro no ha sido un camino de rosas ni en lo personal, ni en una carrera deportiva interrumpida por una temprana retirada ni tampoco en sus posteriores inversiones económicas. Una trayectoria marcada por una particular y fuerte personalidad. Tras su retirada, después de cuatro operaciones en el tobillo y más de dos años sin jugar, Van Basten asegura que se «escondió» y estuvo siete años guardando silencio. Nunca destacó por ser alguien al que le guste la exposición y señala que «la atención que se prestaba sobre mí no era más que una carga». Unos focos que, no obstante, no le apartaron de su objetivo de «ser el mejor».
Talento precoz
Van Basten debutó en febrero de 1981 con el primer equipo del Ajax, cuando apenas contaba con 16 años, y en su primera campaña firmó 4 tantos con el elenco de Ámsterdam. Volvió al filial y la temporada siguiente apenas jugó un encuentro en la Eredivisie, fue el 3 de abril de 1982 ante el NEC Nímega tras sustituir a un Johan Cruyff al que define como «Jesucristo». Por supuesto, aprovechó esos escasos minutos para marcar un gol.
El curso 82-83 fue el de su consolidación, ya que participó en 20 partidos y anotó 9 tantos con el conjunto ajaccied. A la conclusión de la temporada disputó el mundial juvenil con la selección holandesa. Un torneo en el que anotó 4 goles y tras el que los medios le definieron como “el nuevo Johan Cruyff”.
Su talento no tenía límites y en setiembre de 1983 debutó con el combinado absoluto neerlandés. Una temporada en que la saltó definitivamente al estrellato ya que, pese a perderse dos meses debido a una mononucleosis, Van Basten completó 28 dianas en 26 contiendas. Unas cifras que le valieron para ser el máximo goleador de la Eredivisie –galardón que conseguiría de forma consecutiva hasta su marcha al Milan en 1987– y la obtención de la Bota de Plata europea.

Tampoco fue ajeno a las luchas de poder internas del club. Y es que tras las discrepancias de Cruyff con Beenhakker, las visitas de Van Basten y John Van’t Schip a la casa de El Flaco provocaron que el técnico Aad de Mos sentase a ambos en el banquillo. La prensa calificó aquellos encuentros como “FC Vinkeveen”, en referencia a la ubicación del domicilio del astro holandés. Finalmente, Cruyff accedió al banquillo del primer equipo en 1985 y el delantero de Utrecht ofreció un nivel espectacular marcando 37 goles en Liga, haciéndole 6 de ellos al Sparta de Rotterdam en un único partido y otros 5 al Heracles. A la par que marcaba sin descanso, aparecieron por primera vez sus sempiternas molestias en el tobillo derecho.
Concluida la temporada, Silvio Berlusconi intentó ficharlo para el Milan, pero Van Basten continuó en el Ajax. En diciembre de 1986 se operó del otro tobillo, el izquierdo, aquejado de una lesión que normalmente afecta a los bailarines. Las tensiones con Cruyff fueron en aumento, pero el equipo fue capaz de ganar la antigua Recopa de Europa venciendo al Lokomotiv de Leipzig en Atenas. El gol que decidió la final, obviamente, lo anotó el Cisne de Utrecht.
Fue su último gran éxito con el Ajax, ya que Berlusconi acabó pagando más de dos millones de dólares por hacerse con sus servicios. No tuvo un inicio fácil y en su primera campaña, con operaciones de clavícula y tobillo mediante, apenas disputó 5 partidos con los rossoneros en los que convirtió otras tantas dianas.
Con el conjunto lombardo ganó tres veces la liga italiana, dos veces la Copa de Europa y otras dos la Copa Intercontinental. Junto a sus compatriotas Gullit y Rijkaard formó un trío espectacular. Sin embargo, no todo fueron días de vino y rosas, ya que el delantero vivió un duro enfrentamiento con Arrigo Sacchi. El entrenador planteó a Berlusconi la siguiente disyuntiva: «O él o yo», y el magnate eligió a Van Basten. El preparador tildaba al neerlandés de «lunático» y el ariete considera que Sacchi «no era muy directo» a la hora de encarar las conflictos. Con Capello en el banquillo, el conjunto milanista estuvo 58 partidos consecutivos sin perder en la Serie A siendo el Cisne de Utrecht la gran estrella.
La temporada 92-93 arrancó con Van Basten en plena forma, anotando sendos repoker –cuatro goles en el mismo encuentro– ante Nápoles y Goteborg. Pero pronto retornaron los dolores en su tobillo derecho. Se operó en diciembre y su trayectoria deportiva quedó sentenciada. Reapareció casi cinco meses después ante la Roma y dio un buen nivel frente al Ancona. El 26 de mayo de 1993 decidió infiltrarse para poder jugar la final de la Copa de Europa ante el Olympique de Marsella de Deschamps. El resultado fue fatal: el Milan perdió y Van Basten no volvió a jugar más.
Los siguientes dos años serían un calvario para el holandés, que entró cuatro veces más en el quirófano. Le pusieron un corsé –«un aparato inútil» en sus palabras–, probó con acupuntura, hipnoterapias e incluso médiums. En balde, el dolor era tan evidente que «de noche, empapado en sudor, iba gateando sobre baldosas para poder ir al baño. Mi tobillo es como una cueva de estalactitas y estalagmitas, astillas de hueso se clavan en mi pierna, sin protección ni cartílago». El 18 de agosto de 1995, el Milan homenajeo al neerlandés.
Tragedia y éxito
El pasado 25 de junio se cumplieron 33 años de la extraordinaria volea con la que Van Basten sentenció la final de la Eurocopa de 1988 ante la Unión Soviética. Un tanto magnífico, fruto de un remate ejecutado desde un ángulo imposible y que completó una parábola que hizo imposible cualquier intentó de Rinat Dassaev. Curiosamente, debido a sus problemas físicos, el Cisne de Utrecht comenzó el torneo como suplente de Johnny Bosman para acabar siendo clave gracias a su tripleta ante Inglaterra y el decisivo gol que anotó en semifinales ante Alemania.

En 1990, Holanda acudió a la Copa del mundo como una de las principales favoritas, pero los problemas internos dinamitaron cualquier opción de los neerlandeses. La mala relación entre Theo Libregts –el entrenador de la fase de clasificación– y Ruud Gullit provocaron el cese del primero. Rinus Michels, entonces director técnico de la Federación, consultó a los futbolistas su opinión respecto al nuevo preparador. Los futbolistas votaron mayoritariamente por Cruyff, pero Michels eligió a Beenhakker. Tras una larga concentración en la antigua Yugoslavia, Holanda fracasó estrepitosamente en Italia. Los tulipanes disputaron cuatro encuentros que se saldaron con tres empates y la derrota ante los germanos en octavos. Para Van Basten el juego del equipo fue «caótico».
Sin embargo, su relación con la Oranje también está vinculada a una grave desgracia personal. El 16 de octubre de 1985, la misma noche en la que Holanda perdió la posibilidad de acudir al Mundial de México tras perder ante Bélgica en la repesca, la madre de Van Basten sufrió un infarto cerebral que le llevó a perder la memoria y padecer una dura enfermedad. Finalmente, falleció en 2007.
Problemas con el fisco y etapa en los banquillos
Una vez retirado, el antiguo delantero holandés acumuló importantes problemas financieros. En 1999 invirtió 23 millones de euros en el banco ABN AMRO, pero en 2002 le comunicaron que había perdido casi la mitad. Asimismo, la Hacienda neerlandesa le reclamó otros 32 millones debido a las declaraciones realizadas incorrectamente por sus asesores. El asunto acabó con un acuerdo que obligaba al bufete de abogados que había realizado los trámites de forma irregular a pagar parte de la multa. La situación se repitió con el fisco italiano, ente que le aplicó una sanción de otros 7 millones.
En lo deportivo, tras sacarse el título de entrenador y ejercer como técnico del filial del Ajax, el verano de 2004 fue nombrado seleccionador de los Países Bajos. Al mando de la oranje disputó el Mundial de Alemania, tuvo problemas con Van Nistelrooy o Seedorf y participó también en la Eurocopa de 2008. Un torneo en el que los tulipanes dieron un gran nivel en la primera fase, pero acabaron eliminados en cuartos de final por la Rusia de Hiddink y Arshavin. Posteriormente, Van Basten dirigió al Ajax, el Heerenveen y el AZ. Ahora, tras el éxito de su autobiografía, su vida será recreada también en una serie.