Trayectorias dispares y mucho trabajo por delante para Eibar y Alavés
Con epílogo copero, la Liga para en Segunda recién alcanzado su ecuador. Eibar y Alavés completan la primera vuelta intercambiando sensaciones. Los azulgranas han ido de menos a más para acabar 2022 en ascenso directo mientras el equipo albiazul ha encadenado cuatro derrotas ligueras.
Con el epílogo copero, en el que tampoco se pusieron de acuerdo –se clasificaron los albiazules, cayeron los armeros–, Eibar y Alavés han cerrado la primera vuelta de una Liga que afrontaron con el mismo objetivo pero en la que se mueven por caminos opuestos. Le costó más arrancar al equipo guipuzcoano, que perdía fuera lo que ganaba en casa pero que despedirá 2022 en ascenso directo gracias a un diciembre deslumbrante. El Alavés, por el contrario, se ha movido entre el primer y el segundo puesto durante prácticamente tres meses, pero las cuatro derrotas consecuticas que ha encajado en el cierre de año le han enviado a play-off, más cerca ahora del séptimo puesto que del segundo que ocupa, precisamente al Eibar.
A ambos, en cualquier caso, les queda un largo camino por recorrer. Porque la Segunda, con sus 42 jornadas y una igualdad tan atractiva para el espectador neutral como desesperante para los implicados, se eterniza, impidiendo que nada pueda darse por seguro hasta el último minuto. Gaizka Garitano y sus jgadores pueden dar fe de ello. También lo dicen las estadísticas, que no tienen rango de ley pero algo cuentan. Desde que se estableció el play-off de ascenso, en la temporada 10/11, los equipos que ocupaban los dos primeros puestos en el ecuador de la Liga sólo han repetido posición en la 42ª jornada en dos ocasiones. El liderato a estas alturas parece resultar más fiable y en esas doce últimas temporadas, sólo un equipo que ocupaba la primera plaza al final de la primera vuelta se ha quedado sin ascender –Las Palmas, que también lidera la tabla ahora, en 2015–. Para el segundo suele ser bastante más complicado. Se quedó fuera el Eibar la temporada pasada y les había pasado a otros ocho equipos antes. Es más fácil contarlo al revés, de hecho: en las doce temporadas que se han disputado desde que se instauró el play-off, el equipo que era segundo al final de la primera vuelta sólo ha acabado ascendiendo directamente en tres ocasiones.
Curiosamente, eso reflejaría un futuro más halagüeño para el Alavés –diez equipos en play-off a estas alturas han acabado entre los dos primeros en estas doce temporadas– que para el Eibar aunque no es lo que se desprende ahora mismo ni de los números, ni de las sensaciones con las que han despedido el año.
Intratable en casa
Al Eibar le ha costado cerrar la cicatriz de Alcorcón, si es que lo ha conseguido, visto el runrún que despierta cada duda, cada dificultad y cada tropiezo.
No ha habido muchos, especialmente en casa, donde se muestra intratable. Ganó los primeros cuatro partidos, no ha perdido ninguno y sólo Mirandés, Albacete y Alavés se han llevado puntos. Sus problemas a domicilio durante el primer tercio de Liga le pasaron factura en la clasificación, donde no pisó el ascenso directo hasta la 20ª jornada, gracias a su arreón de diciembre.
La clave está atrás. Con Stoichkov menos fino que el año pasado y Aketxe, que había empezado el curso repartiendo asistencias como un crupier, lesionado durante semanas, al Eibar le cuesta ver puerta –ha marcado siete goles que en la primera vuelta del año pasado– pero a cambio ha ganado en seguridad defensiva –también ha encajado siete menos–. Algo en lo que, con las lesiones diezmando la zaga cada jornada, tiene que ver el trabajo coral y, sobre todo, la labor de Sergio y Matheus, indiscutibles para su técnico, en el pivote.
Además del brasileño, sólo hay otros dos indiscutibles en los planes de su técnico: Imanol –sin competencia durante muchas semanas por la lesión de Ríos Reina– y Luca Zidane, fichaje de última hora con el que se elevó a tres la nómina de porteros y que ha tomado la delantera a Yoel y Cantero.
Bache profundo
Son muchas más las novedades en el Alavés, empezando por un Luis García Plaza que ha insistido desde el primer día en despegarse la etiqueta de favorito al ascenso que se coloca siempre a los recién descendidos. Algo sabe sobre lo duro de la categoría de la que sacó al Mallorca hace año y medio.
El técnico ha tenido que construir un equipo desde una plantilla repleta de caras nuevas, que ha perdido a la mayoría de sus principales puntales y en la que se notan las limitaciones económicas con las que ha habido que suplirlos. Pese a eso y pese a la inercia negativa que, en mayor o menor medida, suele afectar a los equipos que llegan de Primera, el Alavés empezó el curso con paso seguro. Dos victorias, ocho jornadas de imbatibilidad, las buenas prestaciones de Salva Sevilla, Sivera o Guridi cuando se recuperó, la seguridad creciente del equipo... le llevaron al ascenso directo o incluso al liderato, que ocupaba hace apenas 23 días.
Pero diciembre ha resultado letal para un equipo que no tiene un goleador de referencia –todo el trabajo de Miguel, indiscutible, sólo se ha traducido en cuatro goles– y, sobre todo, se ha quebrado en defensa. Ocho goles ha encajado en los cuatro últimos partidos, todos ellos saldados con derrota, y es el equipo más goleado de los seis primeros clasificados. Un bache que le ha descabalgado de la cabeza para llevarle al play-off y generar muchas incertidumbres y una gran certeza: tiene mucho trabajo que hacer si quiere acabar la temporada cumpliendo su objetivo.