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Baloncesto y mucho más en la NBA para celebrar la festividad del «Martin Luther King Day»

En una competición en la que se estima que el 80% de los jugadores son de raza negra, incluyendo a varios de los 125 jugadores extranjeros que juegan en la mejor liga del mundo, el tercer lunes de enero, festivo desde 1983, ofrece una rara mezcla entre espectáculo y memoria.

«Siempre es el momento apropiado para hacer lo correcto», reza el lema de la estrella de los Celtics, Jayson Tatum, en el «Martin Luther King Day». (@BOSTON CELTICS)

Desde 1983, el tercer lunes de enero es festivo en los Estados Unidos, en homenaje a Martín Luther King, nacido el 15 de enero de 1929 y tiroteado mortalmente en Memphis el 4 de abril de 1968. Los activistas por los derechos civiles consiguieron que un político tan conservador y hasta retrógrado como Ronald Reagan –que en sus días de mediocre actor hizo carrera como chivato en la época de la «caza de brujas»– firmase una ley para celebrar como día festivo nacional el «legado» del Doctor Martin Luther King jr, por su defensa de los derechos civiles, sobre todo por su incansable labor de cumplir su famoso sueño de igualdad entre negros y blancos, y que le acabó por costar la vida aunque sirviera como ejemplo para avanzar.

Hoy es el día en que lo festivo sustituye lo reivindicativo, y en el que la igualdad real entre razas está todavía muy lejos, no solo en los Estados Unidos. Llevado al mundo del deporte, la NBA ha sido históricamente una de las competiciones más «combativas» en ese afán de igualdad y de reconocimiento de las minorías –y no tan minorías–, al punto de que hoy es el día en que se calcula que el 80% de los jugadores de la NBA son de raza negra, si bien hubo que esperar hasta 1950 –cuando la NBA nacía en la temporada 1946/47– hasta que Chuck Cooper fue el primer jugador «afroamericano» elegido en un draft –decisión de los Boston Celtics– aunque Nathaniel ‘Sweetwater’ Clifton –otrora miembro de los Harlem Globetrotters, antes de que los HGT decidieran derivar su concurso al show y no a la competición, que derrotaron en 1948 a los campeones Minneapolis Lakers en un primer duelo cara a cara entre un equipo formado exclusivamente por blancos contra otro formado por negros– fue el primer jugador de raza negra en firmar un contrato en la NBA, en su caso con los Knicks de Nueva York.

No solo eso. Los lemas como el «I can't breathe» o las genuflexiones reivindicativas a cuenta de la muerte a la manos de policías blancos de los afroamericanos George Floyd, Breonna Taylor y Eric Garner han tenido cierto éxito en el universo de la NBA, con estrellas como Derrick Rose o LeBron James –en su caso, el de Akron llegó a ser uno de los que financiaron la campaña presidencial de Barack Obama– asumiendo su descontento portando camisetas –y luego, zapatillas, ya que ese fue el único hueco permitido por la NBA– con lemas como el «I can't breathe» o el muy conocido «Black Lives Matter», o jugadores como Jaylen Brown, MVP de las últimas Finales de la NBA con la camiseta de los Boston Celtics, conduciendo hasta 15 horas para poder estar en Atlanta y liderar, junto a Malcom Brogdon, jugador de los Indiana Pacers, una marcha pacífica para mostrar su indignación por el asesinato de Floyd.

«Ser un jugador de la NBA no me excluye de ser un hombre negro y miembro de esta comunidad. Estamos creando conciencia de las injusticias que vivimos. No tengo todas las respuestas, pero sé cómo se sienten los demás», declaraba Brown en 2020, mucho tiempo después de que el «Martin Luther King Day» fuese promulgado como día de fiesta nacional.

Reacción ante la acción

En un mundo donde la paradoja y el victimismo de los sectores sociales más poderosos es el pan de cada día, la combinación de una mayoría abrumadora de jugadores de raza negra en la NBA y la cada vez mayor presencia de jugadores extranjeros –no pocos de raza negra, como los hermanos Antetokounmpo, Shai Gilgeous-Alexander o Victor Wembanyama, por ejemplo–, con 125 jugadores de 43 países –por encima del 25% del total– ha hecho elevar la voz de alguno que otro denunciando la «discriminación del jugador blanco estadounidense».

No se puede olvidar que los tímidos afanes reivindicativos de la NBA han sentado muy mal en Donald Trump, que si en las Finales de Conferencia Oeste de 1995 entre Houston y San Antonio asomaba ufano como «operario de cámara» de la cadena de televisión NBC –«he pagado mucho dinero para tener esta posición de privilegio», decía en una conexión en directo–, allá por 2020 se enfurruñaba y decía «apagar el televisor» ante las supuestas «ofensas contra el himno y la bandera». Asimismo, achacaba a la condición «izquierdosa» de los jugadores de la NBA su pérdida de cuota de pantalla televisiva, saltando muy por encima de que las cuatro grandes ligas de los Estados Unidos –el de baloncesto, hockey sobre hielo, béisbol y fútbol americano– viven una tendencia parecido a causa, entre otros motivos, del cambio de hábitos de consumo de la audiencia.

De ahí que, de cara al año que viene, hay que apuntar el nombre de una «nueva esperanza blanca patria» para la NBA. El jugador de la Universidad de Duke Cooper Flagg apunta a enorgullecer a los «caucásicos» en el país de las barras y las estrellas como próximo número uno del draft de la NBA. Flagg, un portento físico, táctico y técnico con todas las de la ley de 18 años y 2,06 metros de estatura –el verdadero MVP del mundial u17 jugado en 2022 en Málaga, por más que fuese el español Izan Almansa el galardonado con este premio– ya viene soportando comparaciones nada menos que con Larry Bird, en la necesidad de «recuperar» un trono que la globalización a toda escala tomó al asalto hace ya demasiado tiempo.

Golpes sobre la mesa

Reivindicativo o no, el «Martin Luther King Day» ha dejado uno de los golpes sobre la mesa más contundentes de la temporada. No andaban tan finos como lo deseado los Boston Celtics en el último mes, pero en este día tan señalado han pegado una paliza monumental a un equipo tan señero de la NBA de los últimos años como son los Golden State Warriors de Stephen Curry, a quien han avasallado a domicilio por 40 puntos: 85-125.

Los Warriors, que se mudaron a California en 1962, jamás habían recibido una paliza de tal calibre desde su campo de sede. Es más, la ‘Dub Nation’ de los mejores días era precisamente la que atizaba correctivos de este calibre, pero entre las ausencias por lesión entre los pupilos de Steve Kerr y unos Celtics dirigidos por los 22 puntos de Jayson Tatum, 18 de Kristaps Porzingis y 17 de Jaylen Brown, los «Orgullosos Verdes» le han hecho los honores al Doctor Martin Luther King jr a lo grande.

Pero no son los vigentes campeones de la NBA quienes lideran la clasificación. Son los Cleveland Cavaliers, que cada año que pasa conforman un equipo cada vez más consolidado para pelear por todo, quienes tienen el mejor balance, no solo en el Este, con un 36-6.

Los Cavaliers se han paseado en casa contra unos Phoenix Suns en forma y los han arrollado por 118-92 con 33 puntos de Donovan Mitchell en apenas 30 minutos en pista. Darius Garland ha contribuido con 16 puntos y siete asistencias en el sólido triunfo de Cleveland, un equipo que ya hace rato dejó de ser aquel donde fue gestándose la leyenda de LeBron James.

Otros favoritos como Milwaukee, Denver u Oklahoma han logrado también lucir músculo, en una NBA que, aunque está manejada por la vorágine de los millones y las estadísticas y los titulares inflados, no se olvida de quienes soñaron en su favor.