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Alfredo Salazar regresa a las sombras, pero sus ojos nunca dejan de mirar y ver

Después de casi 40 años al frente de la secretaría técnica de Saski Baskonia, un jovenzuelo de 35 primaveras ha sacado de su puesto a Alfredo Salazar. Pero viendo el perfil reservado del viejo «ojo de águila», casi que lo está celebrando. Mantendrá su poder consultivo y una vasta cartera de éxitos.

Alfredo Salazar se retira a las sombras, que es donde más a gusto se siente. (@SASKI BASKONIA)

Encontrar un archivo extenso de fotos de Alfredo Salazar es complicado. Entrevistarlo, según y el momento, puede ser una actividad de alto riesgo, porque uno no sabe si le dirán que sí o le dirán «vuelva usted mañana» o le dirán aquello de «monta aquí, y verás París». No está en su carácter hacia el gran público ser la alegría de la huerta, precisamente, y tiene un aire a viejo cascarrabias a medio camino entre las películas de John Ford y las novelas de Charles Dickens. Pero si Luis Scola o Tiago Splitter, cada vez, y cada vez significa cada puñetera vez, que regresan a Gasteiz se toman un rato para visitar «al viejo» y se dan un abrazo con Alfredo Salazar, es que en las distancias cortas, el hombre gana.

Si Andrés Nocioni valora de forma pública y notoria que Salazar no solo viajase hasta Argentina desde Gasteiz, sino que se recorriese medio país austral para verlo a él y, contra el criterio de entendidos, propios, extraños y hasta Josean Kerejeta, se decantara por el santafecino aun cuando este en aquellos años, dejando atrás su etapa de adolescencia, apenas si distaba a dos pasos del «potro desbocado», eso habla de alguien con visión. Con aciertos y errores, como todos, pero con visión. Ese es Alfredo Salazar, quien después de casi 40 años al frente de la secretaría técnica de Saski Baskonia, hoy le cede los trastos a Xevi Pujol, quien ni siquiera había nacido cuando Salazar encadenaba sus primeros éxitos como ojeador.

A sus 71 años Salazar no se retira. Un piensa para sí que, como se jubile el bueno de Salazar, a ver quién lo soporta. La personalidad de aquel chaval de San Viator que, como tanto otros alumnos de «Sanvi», se decantó por el «fútbol de canastos», coincidiendo en su trayectoria con otro histórico del colegio y del Baskonia como Iñaki Garaialde, tiende a lo huraño, una personalidad poco propicia para triunfar como entrenador, sobre todo en estos días en los que comunicar, transmitir y convencer al jugador es uno de los artes del buen coach –ahí está Pablo Laso, ahí Ibon Navarro, aunque este proceda del «Coras»; es decir, del Corazonistas–. Poco que ver las enfermizas reservas de Salazar con la alegría por la vida y por la buena compañía que demuestra otro histórico como Xabier Añua, por ejemplo. Más ideal para trabajar desde las sombras que en primera línea con luz y taquígrafos. Bueno, ahora que ha perdido algo de relevancia en la secretaría general del club, quizá esté en su puesto ideal.

Sí, es paradójico, rocambolesco, no tan insólito y quizá alguna esdrújula más. Después de haber estado preparando su relevo con el trabajo de otro exjugador del Baskonia como Juan Pedro Cazorla, ha sorprendido en cierta medida esta llegada a Gasteiz de Xevi Pujol, pero el joven manresano, que también sabe lo que es ser ayudante de un grande como Pedro Martínez, mientras que Salazar fue segundo de Herb Brown antes de dedicarse en cuerpo y alma a esto de jugar a ser «ojo de águila», se ha ganado en apenas un lustro un respeto. Su nómina de aciertos de jugadores que nadie conocía cuando llegaron a Manresa y hoy andan por la Euroliga o cerca –Brancou Badio, Sylvain Francisco, Joe Thomasson, el propio Chima Moneke, ojo con Derrick Alston jr...– le dan empaque al señor de 35 años como para el que señor que el 1 de julio cumplirá 72 dé un paso al lado, aunque sería absurdo que Xevi Pujol no escuchase los argumentos y consejos de Alfredo Salazar, quedando claro que ahora las decisiones las toma él. Como dijera Robert Mitchum a Glenn Ford en la película ‘La batalla de Midway’, «no trate de pensar hacer las cosas pensando en lo que yo haría. Usted está al cargo y nunca olvide esto: el que tiene el mando, manda».

Talento y carácter

Hay quien un día descubre a un buen jugador y vive de ello por los restos. En un Saski Baskonia que ha tenido que hacer maravillas ante rivales de mucho mayor presupuesto –pero ya hubiera querido Xevi Pujol en Manresa tener el presupuesto de Saski Baskonia–, eso no basta. Marcelo Nicola fue su primer aldabonazo, en un primer viaje a Argentina que ha repetido varias veces. Andrés Nocioni no fue una apuesta tan obvia como Luis Scola y si Manu Ginóbili no aterrizó por Gasteiz fue porque a Sergio Scariolo no lo acabó de convencer. Oberto andaba con «morriña» y deprimido en Olympiacos, y pudo rescatarlo en Gasteiz. Prigioni mejoró, Los Espil, Gabini, Palladino, Schonoccini, Wolkowisky, Walter Herrmann, un crepuscular Carlos Delfino y hasta Luca Vildoza, negándose Salazar en redondo, en cuadrado y en toda clase de figuras en su cesión, llegaron de su mano.

«Lo primero en lo que me fijo es el talento, pero lo más importante es el carácter», llegó a decir, dando a entender que un jugador argentino llega sobrado quizá no de lo primero pero sí de lo segundo. Bueno, Walter Guiñazú, Ariel Eslava, Leo Mainoldi y, lastimosamente, Matías Nocedal, también pisaron el Baskonia, pero no triunfaron ni de lejos. Otros, como el brasileño Daniel Bordginon, se caen por culpa de las lesiones, mientras que el británico Devon Van Oostrum se cayó porque su talento no casaba tanto con sus ganas de jugar al basket que al de vivir la vida. Darijo Saric se cayó cuando casi estaba firmado, pero hasta el gobierno croata metió baza para evitar que el astro dálmata se vistiera de baskonista. Tadas Sedekerskis, como antiguamente Arvydas Macijauskas, llegaba a Gasteiz porque a Salazar le llamó la atención –como Calderón o Garbajosa, o los hermanos Cazorla, e incluso el bueno de David Doblas–, pero el Sedekerskis que soñó Salazar seguramente poco tenga que ver con el Tadas capitán del Baskonia de hoy. Salazar intuye la evolución, pero no la adivina, porque cada jugador tiene su propia cocción y la tasa de aciertos es menor que la fama que uno tiene.

Pero no por ello deja uno de intentarlo. «Nosotros no podemos fichar a gente de 30 años, aunque en un momento puedan llegar de forma puntual. Eso es pan para hoy y nada para mañana. Intentar ver a un jugador de futuro es como un veneno. No es pretender ser más listo que los demás o decir `yo tenía razón', sino adelantarte un minuto, o que te dé rabia si llegas cinco minutos tarde», dice Salazar, quien ha tenido tal vez su talón de Aquiles en los cupos de formación. Escudarse en la falta de altura –cuando el estado europeo de mayor altura promedio es el de los Países Bajos, quien desde la época de Rick Smits pocos jugadores de élite ha sacado– para ni mirar ciertos mercados locales –¿no hubieran tenido Darío Brizuela y Xabi López-Arostegi, flamantes campeones del Eurobasket de 2022, sitio en la canteras de Saski Baskonia en su momento?– y fiar los filiales al al individual talento de turno que, a excepción del «escapado» Filip Petrusev, bien pocos han cuajado, no parece la mejor solución.

En ese sentido, Manresa le gana por la mano al Baskonia en su cuidado del talento joven «de kilómetro cero» y es bien posible que Xevi Pujol aporte en esa dirección lo que no ha podido Alfredo Salazar. Imaginamos que, como buen personaje de Dickens, el bueno de Salazar replicaría con un entrecerrado «¡Bah! ¡Paparruchas!», pero los tiempos también han cambiado en el Baskonia. Y si bien a Xevi Pujol habrá que darle tiempo y margen para equivocarse a la hora de buscar los que el club quiere encontrar, ahí estará Alfredo Salazar a su sombra, ejerciendo de hombre de club, de acuerdo o no con su nuevo jefe, pero intentando buscar lo mejor para la entidad, que es lo que de verdad cuenta.

FICHA DEL PERSONAJE

Nombre: Alfredo Salazar Pérez de Arenaza. > Lugar y año de nacimiento: Gasteiz, 1 de julio de 1953. > Iniciación: Como tantos y tantos gasteiztarras ligados al baloncesto, en el colegio San Viator, donde coincidió como jugador con personajes clave como Iñaki Garaialde. > Baskonia: Entra hacia 1986, un par de años antes de la llegada de Josean Kerejeta a la presidencia del club. Compagina el oficio de ojeador y formador en inferiores con la de entrenador ayudante. Llega a formar parte del staff de Herb Brown. > Aciertos: Descubrir a Marcelo Nicola le abre la puerta a Argentina. donde encuentra perlas como Nocioni o Scola, y más tarde apuesta por Prigioni, Vildoza u Oberto. En Brasil, Splitter; Macijauskas en Lituania; Calderón y Garbajosa en el Estado, llevan su firma, como tantos más.