La mejor Eurocopa... hasta que llegue la siguiente
Cada gran torneo supera al anterior y el de Suiza no ha sido una excepción. Éxito rotundo a nivel organizativo y deportivo, ha batido su récord histórico de asistencia y los estadios han disfrutado con un nivel de fútbol que no deja de crecer, gracias al aumento en las inversiones.
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657.291 aficionados han vivido en directo la Eurocopa, que colgó el 'no hay billetes' en 29 de los 31 partidos. Hace tres años, Inglaterra duplicó la asistencia de la edición anterior y ahora Suiza la ha incrementado en otro 14% para convertir su torneo en el más popular de la historia. Las audiencias televisivas también han crecido exponencialmente por toda Europa, hasta el punto de que la final fue la emisión más vista del año en Reino Unido.
Las futbolistas proponen, la afición responde, marcas e instituciones se implican, la inversión se traduce en mejoras y cada gran torneo supera al anterior. La Eurocopa de Suiza no ha sido una excepción. El éxito ha sido rotundo a nivel organizativo, participativo y deportivo. Y una vez más, el torneo deja un campeón y multitud de ganadoras.
Empezando por las participantes, que han visto incrementados los premios en metálico. 41 millones, un 156% más que en la edición anterior, parte de los cuales irá directamente a las jugadoras. La disputa de la Eurocopa también empuja a las Federaciones representadas a mejorar sus programas: las que triunfan, para continuar por el camino que les ha llevado al éxito, y las que no, para encontrarlo, igual que las que se han tenido que resignar a seguir la Eurocopa en la distancia. No es casualidad que las dos finalistas salgan de las Ligas más pujantes de Europa, que las selecciones que han superado la primera fase cuenten también con Ligas profesionales y/o larga tradición o que Gales y Polonia hayan visto premiado su debut con el anuncio de mayores inversiones en el desarrollo de selecciones y competiciones. En este sentido, Phillip Lahm recordaba ayer en 'The Guardian' el programa que implementó Alemania en categorías inferiores a principios de este siglo, que desembocó en la conquista del Mundial masculino de 2014.
Ese trabajo entre bambalina es evidente en cuanto el balón echa a rodar. Y eso es lo que ha pasado en la Eurocopa de Suiza, que ha dejado grandes partidos y un buen número de momentos memorables; desde la emoción de las eliminatorias, que se fueron a la prórroga en cinco de los siete partidos y llegaron hasta los penaltis en tres de ellos, hasta la de las futbolistas galesas y polacas en su debut.
La disputa del torneo empuja a las Federaciones a mejorar sus programas: las que triunfan, para continuar por el camino que les ha llevado al éxito, y las que no, para encontrarlo
La competitividad de estas, sobre todo del equipo de Nina Patalon que incluso se despidió de la fase de grupos con una victoria contra Dinamarca, la de Finlandia o la propia anfitriona, demuestra el avance de la clase popular. La actuación de Italia, el de la clase media. Y las de Noruega, Dinamarca y Países Bajos, grandes desilusiones junto a Islandia, el retroceso de la vieja burguesía que se conforma con vivir de rentas.
Técnica, táctica, físico
Lo mejor es que en casi todos los partidos se ha visto más apetito por ganar que miedo a perder, lo que ha reducido al mínimo el número de tostones. Y que los triunfos se han buscado con planteamientos tan diferentes como bien trabajados. Poco tienen que ver el fútbol de España con el de Alemania o el de Italia, pero todos ellos han deparado grandes actuaciones. Sarina Wiegman y Andrea Soncin han acaparado elogios aunque también ha habido técnicos peor parados como Andries Jonker, Peter Gerhardsson –que pone fin a su larga y exitosa trayectoria en el banquillo sueco con mal sabor de boca– o, pese a la plata, Montse Tomé.
A nivel individual, la progresión de las futbolistas se mantiene imparable a nivel físico y técnico. La resistencia pese a la abundancia de prórrogas, la intensidad en el juego, la velocidad en las acciones, la potencia en los disparos... La profesionalización en la preparación se traduce en deportistas de elite.
Y sucede lo mismo a nivel técnico y conocimiento táctico. El relevo generacional no cesa y son cada vez menos las jugadoras que llegan a la elite desde el ‘fútbol de barro’ y más las que lo hacen tras desarrollar su carrera en un entorno adecuado desde edades tempranas. «No hemos visto grandes errores –explica Lluis Cortés, Observador técnico de la UEFA–. Por ejemplo, ha habido pocos goles que fueran regalos de las defensas o las porteras. Hemos mejorado mucho en cuanto a habilidades técnicas».
De los golazos de Cascarino a los paradones de Berger, pasando por la batuta de Patri Guijarro o el genio de Bonmatí, Suiza ha disfrutado con la mejor Eurocopa de la historia. La próxima también lo será.