Un biopic realmente kafkiano

«Describir con gracia», alega el biógrafo ciego de Franz Kafka, es la gran virtud del escritor. Un rasgo compartido con la cineasta Agnieszka Holland, que ha renegado de los formulismos explicativos de ‘Mr. Jones’ (2019) para animalizar la vida completa del excéntrico polaco. Cosida como un torrente incontenido a base de impresiones, antibiográfica, Holland aspira a conectar la pluma de Kafka con el presente siempre más allá de la inocua mercantilización del universo que su nombre acabó por generar.

La tesis es clara: como la de un adelantado tuitero medio, verborreico y ladeante, la creatividad de Kafka se nutría de los desajustes que iban sarpulliendo por entre una cotidianidad ordenada. Por ende, explicar su vida pasa por acumular, sin orden ni precepto, las torturas a las que se vio sometido; del yugo paterno al matrimonial. Una colección esmerada, que rechaza cualquier hilo narrativo y que, justo por ello, termina por escollarse entre tanta viñeta ocurrente.

Eso sí: descriptora con gracia, Holland huye de la arquitectura brutalista que ha poblado por defecto las mil perspectivas sobre vida y obra del autor de ‘La condena’ (en ‘Franz’, ‘La metamorfosis’ aparece de forma muy residual). En cambio, repiensa el imaginario kafkiano a partir de un auca nervioso, entre ilustraciones surrealistas, condensadas entre grandes angulares y ojos de pez, y el alud de contradicciones en las que estallan sus allegados, rompiendo la cuarta pared… Un concepto, el de «cuarta pared», que aquí resulta algo absurdo.