El uso del carbón alcanzó un nuevo récord en 2024, alejando el objetivo de 1,5º
El informe anual de State of Climate Action no trae buenas noticias. Pese a constatar grandes avances en energías renovables y otros indicadores, advierte de que muchos indicadores evolucionan más lentamente de lo que deberían, mientras que otros, como el consumo de carbón, directamente retroceden.
En el año 2024, con plena evidencia de los riesgos a menudo existenciales que plantea la crisis climática ya en marcha, el ser humano quemó más carbón que nunca. Nuevo récord. Así lo ha constatado el informe anual State of Climate Action, publicado hoy.
La paradoja es aún mayor, porque el informe también señala que la participación del carbón en la generación de electricidad global está bajando gracias a la rápida expansión que la energía de origen renovable está viviendo en todo el mundo. Sin embargo, eso no significa que se esté reduciendo el consumo de carbón.
Lo que está ocurriendo es que la demanda de electricidad está disparada, lo que impide que las renovables sustituyan a los fósiles. Simplemente se agregan, resultando en una oferta energética inédita. Es algo que pone el foco en una tradicional demanda del ecologismo, que lleva décadas advirtiendo de que no basta con sustituir la fuente de energía, sino que hay que reducir el consumo.
Lejos del objetivo de los 1,5ºC
Si bien la mayoría de los indicadores de progreso van en la dirección correcta, ninguno de los 45 apartados que evalúa el informe está próximo a alcanzar el objetivo de limitar el calentamiento global a 1,5°C para 2030.
De hecho, la duplicación entre 2019 y 2024 de la cuota de energía solar y eólica en la generación mundial de electricidad, hasta llegar al 15%, es uno de los pocos medidores que ofrece datos para el optimismo.
Al otro lado, junto al uso del carbón, la deforestación «también se ha desviado de forma preocupante», subraya el documento, que apunta que ha pasado de 7,8 millones de hectáreas (Mha) por año en 2021 a 8,1 en 2024.
«Entre 2015 y 2024 el mundo perdió de forma permanente un total de 86 Mha de cobertura arbórea, una superficie aproximadamente del tamaño de Pakistán», subraya.
Los autores del informe han calculado que en estos dos apartados, carbón y deforestación, habría que retirar unas 360 centrales eléctricas de carbón de tamaño medio cada año y multiplicar por nueve los esfuerzos para detener la pérdida de bosques para cumplir con los objetivos de 2030.
«Si bien los avances que necesitamos siguen siendo posibles, lograrlos exigirá esfuerzos e inversiones mucho mayores y mejor coordinados en torno a soluciones tanto probadas como emergentes», indica el informe.
Todos los sectores de la economía, desde la energía a la edificación, pasando por la industria, el transporte, el uso de la tierra y la alimentación, deben aplicar «transformaciones sistémicas audaces» para alcanzar el objetivo de temperatura del Acuerdo de París.
Muy por debajo del ritmo necesario
Los cambios van «a una velocidad prometedora, aunque insuficiente» en seis indicadores: vehículos eléctricos (ventas y porcentaje en el parque total), reforestación, emisiones de gases de efecto invernadero de la fertilización del suelo, productividad de la carne de rumiantes y financiación privada global para el clima.
Otros 29 indicadores están «muy por debajo del ritmo necesario» y cinco más «van en una dirección totalmente equivocada»: la intensidad del carbón en la producción de acero, el porcentaje de pérdida en la producción de alimentos, la financiación pública de los combustibles fósiles, el porcentaje de kilómetros recorridos por los vehículos de tipo turismo y la pérdida de manglares.
De los cinco indicadores restantes ni siquiera hay datos suficientes para su evaluación. El desperdicio de comida per cápita figura entre ellos.