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El enorme coste del desarrollo turístico desenfrenado en Bali

Las lluvias torrenciales que en septiembre arrasaron Bali y dejaron 18 muertos han puesto al descubierto el coste ambiental del turismo masivo. La urbanización descontrolada ha agravado las riadas. Lla isla indonesia enfrenta una crisis de residuos y riesgos derivados del cambio climático.

Imagen de las inundaciones que azotaron Bali en septiembre. (Sonny TUMBELAKA | AFP)

Ruth Deidree Boelan reza junto a la que era su casa en recuerdo de sus familiares muertos en unas recientes inundaciones en Bali, agravadas por el desarrollo turístico desenfrenado de esta isla indonesia. «Sigo en shock. Mi hermano, mi padre y mi madre fueron arrastrados por las aguas», declara a la agencia AFP esta joven de 28 años.

Estas inundaciones y deslizamientos de tierra, provocados por lluvias torrenciales, dejaron 18 muertos en la ‘isla de los dioses’ y pusieron de relieve el daño ambiental causado por años de desarrollo urbano y turismo desenfrenados.

El auge turístico transformó el sur de la isla, otrora caracterizada por su verdor. Dio paso a la creación masiva de empleos, pero también impermeabilizó las tierras que antes proporcionaban drenaje.

Al comparar imágenes del espionaje estadounidense desclasificadas de la Guerra Fría con fotos satelitales recientes, la startup TreeMap, a través de su proyecto Nusantara Atlas, visibilizó los drásticos cambios. «Todo este terreno se convirtió en carreteras o edificios; el suelo ya no tiene la misma capacidad para absorber agua», explica David Gaveau, su fundador.

Más de 4,6 millones de extranjeros visitaron Bali en los primeros siete meses de 2025, una cifra superior a los 4,4 millones de residentes permanentes de la isla.

La infraestructura para alojarlos provocó una «conversión de tierras y una gestión urbana caótica, acompañada de una aplicación laxa de las leyes de uso del suelo», denuncia Made Krisna Dinata, director ejecutivo de la ONG local Walhi Bali. Todo esto «dejó a Bali en una situación muy propensa a desastres», opina.

Bali recibió más de 4,6 millones de turistas en solo siete meses de 2025, una cifra que ya supera a sus 4,4 millones de residentes permanentes.

Precipitaciones récord

Según datos de la agencia meteorológica local, Bali registró precipitaciones récord el 9 de septiembre, especialmente en el distrito de Badung, que alberga algunas de las atracciones turísticas más populares de la isla.

El gobernador de Bali, Wayan Koster, asegura a AFP que «nunca se habían presentado lluvias tan intensas», pero concede que los problemas de infraestructura también influyeron en las desastrosas inundaciones. Las autoridades pondrán en marcha un estudio sobre las construcciones a lo largo de cuatro grandes cursos de agua, ha dicho, y ha prometido que «si se infringen las normas se tomarán medidas correctivas».

También se prevén regulaciones para proteger las icónicas terrazas de arroz de Bali de un mayor desarrollo urbanístico.

Además, la gestión de residuos supone un reto adicional. Según datos de 2019, Bali produce 4.200 toneladas de residuos al día, de las cuales menos de la mitad se envían a vertederos, según I Gede Hendrawan, profesor de la Universidad Udayana de Bali. Si no se tratan adecuadamente, esos residuos obstruyen ríos y alcantarillas, y agravan las inundaciones.

Las autoridades balinesas se preparan este año para cerrar un importante vertedero en la isla e instan a los hogares a gestionar mejor sus residuos orgánicos.

Sin embargo, Hendrawan lamenta que mucha basura corre el riesgo de acabar en la naturaleza, porque «falta un buen sistema de gestión de residuos».

El Gobierno local trabaja con Yakarta para construir una planta incineradora, pero es poco probable que se materialice pronto, afirma Koster.

También es posible que el volumen de residuos aumente si se concretan los planes de abrir un segundo aeropuerto internacional en el norte de la isla, lo que, según las autoridades, busca impulsar el turismo en esta zona menos visitada.

El cambio climático también aumenta el temor a lluvias récord más frecuentes, ya que una atmósfera más cálida retiene más humedad.

«Si no resolvemos este problema [de gestión de residuos], en diciembre y enero, cuando llegue la temporada de lluvias, podemos temer un desastre mayor», advierte Hendrawan.