Lakua vendió en 2024 a Repsol la infraestructura de recarga eléctrica
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El caso de Ibil, empresa fundada por el Ente Vasco de la Energía (EVE) y Repsol para desarrollar una infraestructura de puntos de recarga para vehículos eléctricos, no tiene la dimensión de Euskaltel, pero sirve para entender la pauta que siguen muchas de las colaboraciones público-privadas del Gobierno de Lakua y de varias entidades participadas por el sector público en Araba, Bizkaia y Gipuzkoa.
Durante años, Ibil ha sido una empresa deficitaria. No podía ser de otra manera, para empezar porque apenas había en las carreteras vehículos eléctricos. La intención no era hacer dinero, sino poner en marcha un sector, cosa que hizo con éxito, hasta convertirse en una de las líderes del sector a la hora de desarrollar y operar instalaciones de recarga. De Ibil fue, por ejemplo, la primera estación de recarga ultrarrápida de la península ibérica, situada en Araba.
Entre los años 2010 y 2023, las cuentas del EVE registraron para Ibil más 22 millones de euros de pérdidas. Algo que obligó a ambos socios a seguir aportando capital a la empresa, hasta llegar a 11 millones de euros cada uno. También se fue reduciendo el capital de Ibil, que con los años pasó de los 12 millones de euros iniciales a 600.000 euros, una maniobra con la que la empresa redujo el valor nominal de sus acciones de 47 a 10 euros.
Las cosas, sin embargo, parecía que empezaban a mejorar. En 2023, la cifra neta de negocio saltó en un solo año de 6,3 millones de euros a 10,6 millones. En el balance de aquel año, el EVE anotó que, «a 31 de diciembre de 2023 se ha considerado que existen plusvalías tácitas vinculadas a los activos y pasivos de esta mercantil». Todo ello llevó al ente a disminuir la estimación de deterioro de la empresa de más de diez millones negativos a “solo” 3,7 millones. El deterioro es el apartado de los balances anuales en los que una empresa valora la pérdida de valor que sufre un activo. Es decir, el EVE pasó de considerar que Ibil costaba diez millones menos de lo que reflejaban las cuentas, a asegurar que solo eran 3,7 millones menos.
Segregación y venta
En este contexto llegó abril de 2024, cuando Ibil anunció sorpresivamente que abandonaba el negocio que empezaba a despegar, el de la recarga de vehículos eléctricos o híbridos enchufables, para dedicarse a la investigación de redes de recarga de vehículos impulsados con pilas de hidrógeno, una tecnología todavía en pañales.
¿Y qué ocurría con lo desarrollado hasta entonces, con la experiencia acumulada y los 5.000 puntos de recarga que gestionaba Ibil? En un apartado muy secundario de la nota se anunciaba la creación de una filial, EVSare, a la cual sería transferido todo lo relativo al negocio de los vehículos eléctricos y la cual pasaría a ser propiedad íntegra y exclusiva de Repsol, una empresa con una agenda confesa y orgullosamente contraria a la progresiva retirada del vehículo de combustibles fósiles.
Todo se formalizó durante el verano de 2024. El 9 de julio se constituyó EVSare como filial de Ibil y para el 7 de agosto ya estaba inscrita a nombre de una filial de la petrolera: Repsol Customer Centric. El día anterior se hicieron efectivos los ceses de los representantes del EVE, incluido Iñigo Ansola Kareaga, entonces director del ente y poco después nombrado presidente del Bizkai Buru Batzar del PNV.
Quien sí sigue en el EVE, concretamente en su consejo de dirección, es Iván Martén, miembro también del consejo de administración de Repsol.
Faltaba saber el precio. Las cuentas del EVE del año 2024, presentadas esta primavera, tenían la respuesta. La Junta de Accionistas de Ibil aprobó la venta de EVSare a Repsol por un total de 18.080.000 euros, lo que dejaba un saldo positivo de nueve millones de euros en las arcas públicas.
«Revisión estratégica»
A las preguntas de NAIZ sobre las razones de la venta de este activo a Repsol, desde la Consejería de Industria, Transición Energética y Sostenibilidad se asegura que «no se trata de una renuncia sino de una evolución natural», la cual responde «a una revisión estratégica cuyo objetivo es asegurar que la infraestructura de recarga continúe creciendo con escala, calidad de servicio y sostenibilidad económica».
«El ecosistema ha llegado a un punto de maduración que requiere capacidad industrial y financiera para acelerar despliegues», aseguran desde el Departamento, en el que subrayan que la venta a Repsol permite «mantener el centro de decisión en Euskadi, al tiempo que libera recursos públicos para destinarlos a ámbitos donde la intervención pública puede resultar más necesaria dado su carácter incipiente, como el hidrógeno».