Sudán al borde de una nueva fractura pese a la tregua de las FAR
La aceptación de una tregua por parte de las Fuerzas de Acción Rápida no logra apaciguar un conflicto que ha dejado más de 13 millones de desplazados y ha sumido al país en la peor crisis humanitaria del planeta. La ONU denuncia que actores externos sacan partido.
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En tiempos de guerra, los acontecimientos se precipitan. Solo una semana después de que masacraran a todo aquel que intentaba huir de la ciudad de Al-Fasher -última en manos del Ejército sudanés en la región de Darfur Norte-, las Fuerzas de Acción Rápida (FAR) aceptaban el jueves un alto el fuego humanitario de tres meses propuesto por el grupo mediador Quad, conformado por Estados Unidos, Egipto, Arabia Saudí y Emiratos Árabes Unidos. Aun así, el Ejército ha sido claro: no pretende aceptar ninguna tregua hasta que el grupo paramilitar comandado por Hemedti se retire de las zonas civiles y deponga las armas.
Tras la caída de Al-Fasher, el control de cada grupo se reparte entre el este y el oeste del país: la primera zona está en manos del Ejército y la segunda, de los paramilitares.
No obstante, la tregua aceptada por las FAR -y planteada, según sus impulsores, para «garantizar la entrega urgente de asistencia humanitaria» en la que ya es la peor crisis humanitaria actual según la ONU, y allanar el camino «para una eventual transición política hacia un régimen civil»- podría evitar durante tres meses un mayor derramamiento de sangre.
Lejos de los despachos y las mesas de negociación, testigos denunciaron ayer explosiones en los alrededores de la capital, Jartum. Tras la negativa de las FAR a integrarse en el Ejército sudanés en abril de 2023, comenzó una guerra civil que ya ha provocado más de 13 millones de desplazados, masacres de civiles, violaciones a mujeres y menores e incluso episodios calificados por analistas como genocidio. Dos años después del inicio del conflicto, el país -que ya sufrió su primera división cuando su región del sur, ahora Sudán del Sur, se independizó- se encuentra una vez más al borde de la fragmentación: la región de Darfur está en manos de las FAR, mientras que la zona que rodea la capital y la ciudad costera de Port Sudan permanecen bajo control del ejército.
Aunque Naciones Unidas y Bruselas denominan lo acontecido en dicha ciudad como «un cementerio de la humanidad», sus responsables no están siendo, en la práctica, fiscalizados. Emiratos, pese a formar parte del equipo negociador, es el principal agente señalado por suministrar armas a las FAR a cambio de oro y poder estratégico en la región. Pero actores como Rusia, Turquía o Egipto también están aprovechando la crisis en beneficio propio.
Una vez más, es la población que una vez buscó justicia la que paga con su vida lo que otros pretenden comprar con dinero e intereses.