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Al-Salami: «Hago cine para que se escuche la voz de las mujeres»

Khadija Al-Salami es la primera mujer directora de Yemen. Ha rodado más de 25 documentales, muchos de ellos centrados en los roles y la situación de vulnerabilidad que viven las mujeres y niñas de su país. En «Diez años y divorciada», que se proyecta hoy dentro del Festival de Cine y Derechos Humanos de Donostia, relata la historia de una niña a la que obligan a casarse y que lucha por sus derechos hasta conseguir divorciarse, a la edad de diez años.


«Mi trabajo se centra en las mujeres porque sé qué es ser una mujer en Yemen». Con esa rotunda frase iniciaba Khadija Al-Salami su intervención en el Festival de Cine y Derechos Humanos de Donostia, donde esta tarde presentará “Ana Nojoom bent alasherah wamotalagah” (“Diez años y divorciada”, 2015), film que relata la realidad de los matrimonios forzados «que siguen siendo una realidad en mi país». Para ello se vale de su historia personal y de la de Noyud, una niña yemení a la que casaron forzosamente a cambio de una pequeña renta y que con tan solo diez años se convirtió en un icono en su país al lograr divorciarse legalmente de su marido, veinte años mayor que ella. La historia de Noyud no dista mucho de la de Al-Salami: «Fui introducida en matrimonio a los once años. A mi madre la casaron con ocho. Cuando ves cómo tratan con violencia a tu abuela, a tu madre, no entiendes cómo pueden dejar que te pase lo mismo a ti. Mi madre se mostró siempre destrozada, creía que ese era nuestro destino, y yo decidí que no iba a ser como ellas. Cuando decidí divorciarme tuve que luchar contra mi familia, me convertí en la oveja negra. Solo mi madre me apoyó. Por eso he dedicado mi vida a combatir la situación de las mujeres y las jóvenes», narró la directora, quien en 2009 publicó “Me llamo Noyud, tengo 10 años y estoy divorciada”, libro en el que se basa el film.

En opinión de Al-Salami, la pobreza extrema, la falta de educación –el 70% de las mujeres yemeníes que residen en medios rurales son analfabetas– y la «mala interpretación» de la religión –«si te dicen que algo es decisión de Dios, es muy difícil rebatirlo»– son los tres pilares que siguen alimentando este tipo de matrimonios y dejando datos como que el 52% de las yemeníes se casen antes de los 18 años o que, cada año, 15 millones de niñas se vean obligadas a casarse. «Hay un matrimonio forzoso cada dos segundos», se lamentó Al-Salami, y aseguró que la educación es la clave para acabar con el matrimonio forzoso infantil: «Mi generación es la primera que ha empezado a salir de esto, y ha sido gracias a la educación».

Relatando su experiencia personal, mantuvo que su vida cambió tras abandonar a su marido y obtener una beca que le permitió a estudiar cine en los EEUU, lo que la convirtió en la primera mujer directora de Yemen. En su carrera, ha realizado más de 25 documentales que retratan los roles de las mujeres y niñas de su país. «Por eso hago cine, porque es muy difícil que se escuche la voz de las mujeres de mi cultura. Se están violando los derechos de las niñas, se les niega el acceso a la educación y algunas ni siquiera salen vivas de su noche de bodas», recalcó.

El rodaje de la película tampoco fue fácil. Tras lograr que la editorial le cediera los derechos, tardó cuatro años en encontrar financiación «porque pensaban que a nadie le interesaría nuestra historia», y rodar en Yemen también fue complicado: «No pude rodar con un equipo francés, porque nadie nos aseguraba. Lo hice con un equipo egipcio, nos robaban los generadores, yo misma tuve que llevar protección... tenía miedo hasta de contarles a los actores cuál era el texto que tenían que memorizar», aseguró, y se lamentó de que el film no haya llegado a proyectarse en Yemen. «Solo ha llegado a través de internet», matizó. “Diez años y divorciada” se proyectará hoy a las 16.30 en el teatro Victoria Eugenia.

La dignidad de los invisibles

Junto a Al-Salami presentó su propuesta la directora italiana Stefania Bona, codirectora junto a Francesca Scalisi de “Gente dei bagni”, que se proyecta hoy en Victoria Eugenia a las 22.30. El film, que ha sido premiado en el festival de Nápoles, nos traslada a los baños públicos de Turín, que se convierten en punto de encuentro de los que sufren «la nueva pobreza que ha creado la crisis». «Yo vivo en Turín y fui durante seis meses a estos baños con frecuencia, para relacionarme con las personas que iban y conocer su realidad. Es increíble el microcosmos que se crea. En nuestro imaginario colectivo, pensamos que acuden solo personas que no tienen casa, pero no es así: te encuentras con gente que vive en almacenes sin baño, jubilados que con su pensión no pueden pagar el agua caliente, son extranjeros e italianos, gente de culturas diferentes... que van allí a cubrir sus necesidades más básicas. Era el lugar idóneo para describir la vida de los invisibles», relató.

Las directoras decidieron dar voz a estas personas para romper con los estigmas y porque «nos permitía hablar sobre el mundo exterior a través de la narración de microhistorias con múltiples aristas».