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HUELGA DE ESCOBAS EN EIVISSA

Las camareras de piso de Eivissa y Formentera han ido a la huelga durante el pasado fin de semana, la primera de este sector en el Estado español. El 33% de las trabajadoras (2.000 de las 6.000 que trabajan en Evissa) secundaron el paro. Son las denominadas «kellys».


Con bocinas y pancartas que ellas mismas realizaron en sus casas la noche anterior, más de 750 personas se manifestaron el sábado por las calles de la capital ibicenca. Sheyla prefiere salir, al amanecer, con su herramienta de trabajo de cada día: esta joven de 29 años sujeta orgullosa una escoba hacia arriba mientras grita «¡Hoy no se friega!» a las puertas de un hotel de cuatro estrellas. Lleva ya once años como “kelly” (camareras de piso de hoteles y apartamentos turísticos).

Entró en el sector porque una amiga le dijo que en su hotel estaban buscando gente. Pero no se ve toda la vida como kelly y le pide a la gente joven que se lo piense mucho antes de aceptar este trabajo. Su hija de 5 años requiere cada tarde su compañía, pero a Sheyla le fallan cada vez más las fuerzas después del trabajo. «No tengo ni 30 años y estoy reventada. Estoy peor que mi madre. Este trabajo es muy duro. No me veo tirando de un carro a los 65 años», cuenta mientras camina en un piquete a primera hora de la mañana ante la mirada de turistas despistados y transeúntes en la localidad turística de Sant Antoni de Portmany.

Minutos antes, el primer día de huelga arrancaba con la agresión de manos de un turista a una kelly cuando un piquete se detenía en el hotel donde el agresor se alojaba.

Hace tres años, Milagros decidió que ya era hora de reunir a sus compañeras para hablar de su realidad laboral. Esta mujer de 54 años, residente en las Illes Balears desde hace 30 años aunque su acento deja claro su origen sevillano, ha sido la promotora de la primera huelga de kellys en el Estado español. Durante las dos últimas semanas, Milagros y sus compañeras han recorrido las islas de Eivissa y Formentera realizando asambleas informativas para llevar el llamado a la huelga al resto de trabajadoras. «Las compañeras que vinieron a las asambleas por primera vez se emocionaban al escucharnos. Era la primera vez que juntas hablábamos de nuestros problemas», recuerda Milagros justo después de atender a la televisión autonómica y mientras espera la llamada de una periodista alemana.

La jornada laboral de las kellys está diseñada para que pasen desapercibidas. Cada mañana, decenas de miles de turistas entran y salen de las habitaciones de hotel que inundan una de las islas más famosas del mundo (3,2 millones de visitantes en 2018). Pero su actividad comienza mucho antes: arranca a las 7 de la mañana con la limpieza de las zonas comunes. Su siguiente parada son los sótanos de los complejos hoteleros: en las lavanderías cargan los pesados carros donde llevarán las sábanas, edredones, toallas y productos de limpieza que usarán en las 20 habitaciones, de media, que tendrán que limpiar esa mañana. Algunas llegan a hacer hasta 35 habitaciones en un día.

Con una jornada de 8 horas, corren por los pasillos para exprimir los 5 minutos de media que tienen para hacer cada habitación. Levantan hasta 80 camas de madera al día, limpian las nuevas mamparas que sustituyen a las viejas cortinas de baño, espejos, cristaleras, fundas nórdicas... Su objetivo es que el cliente que empieza sus vacaciones, sienta que nada ha pasado en su habitación antes de su llegada.

«Bendición» y «esclavitud»

Milagros tiene clara su opinión cuando se le pregunta por el turismo en Eivissa: «Es una bendición porque nos da trabajo. Pero de esta manera que está planteado es una esclavitud para muchas de nosotras. Nos están explotando como si fuésemos máquinas, pero se les olvida que somos personas».

Las consecuencias físicas de este trabajo son conocidas en las consultas de las mutuas y del sistema sanitario balear. Graves lesiones lumbares, dolores crónicos en piernas, brazos y articulaciones, son los diagnósticos que se repiten en la mayoría de las kellys que llevan unos años en esta profesión. Sheyla se reconoce perfectamente en los estudios que se realizan habitualmente sobre su profesión, a pesar de que muchas de las patologías no están reconocidas como enfermedades laborales por la ley. A sus 29 años, cuenta cada día los pelos que pierde debido al estrés y la ansiedad que sufre. Sus compañeras la comprenden, muchas de ellas no titubean cuando cuentan cómo cada mañana desayunan con paracetamol y Diazepam para poder soportar la carga de trabajo a la que se enfrentan cada día.

«Llego destrozada con ganas de meterme en la cama. El otro día entré en casa, me senté en la cama con el uniforme aún puesto y me eché a llorar. Mi hija de 5 años vino y me dijo: ‘¿Mamá por qué lloras?’ cuenta la joven ibicenca. Perdió 17 kilos la temporada pasada y este año va por el mismo camino. No desayuna, no almuerza y casi no come debido al ritmo que le imponen sus superiores.

La ley 31/1995 de prevención de riesgos laborales es papel mojado para la asociación de kellys de Eivissa y Formentera. Sus peticiones de repiten en cada reunión con la patronal y el Gobierno balear, pero siguen sin ver ninguna mejora. Exigen que su carga de trabajo sea regulada, así como que se les reconozcan las enfermedades laborales y que tengan opción a una jubilación anticipada. Ha sido el silencio de los empresarios el que les ha llevado a la huelga.

Son las 19:30 del domingo y, tras 48 de paros y piquetes, Sheyla, Milagros y todas sus compañeras gritan por las calles de la capital ibicenca «¡Sin las kellys, no sois nada!» mientras encabezan la manifestación que dará cierre a la huelga. Las más de 750 personas que CGT (único sindicato que las apoya tras la negativa de CCOO y UGT) contabiliza en la macha y el apoyo del movimiento feminista hacen que esta primera huelga haya sido un «éxito rotundo» para las kellys.

Reunidas en corrillo, entre abrazos y lágrimas de emoción, ya se atreven a hablar del primer encuentro de kellys del Estado español en noviembre, en la vecina isla de Mallorca. Ellas lo tienen claro: su primera propuesta será organizar la primera huelga estatal de kellys para el próximo verano.