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CRÍTICA «¿Qué hemos hecho para merecer esto?»

Con el islamismo, poca broma


La guionista austriaca Eva Spreitzhofer debuta en la dirección con una comedia que también ha escrito, y que ha conocido un considerable éxito en su país de origen llevando a las salas de proyección a más de 150.000 espectadores. Para llegar al gran público ha debido de contenerse a la hora de abordar desde el humor el auge de la conversión al islamismo entre la juventud centroeuropea, desviando el tema hacia las relaciones paternofiliales y las diferencias generacionales con el consiguiente cambio de modas y de costumbres. De haber tenido en cuenta el problema de la inmigración y de la integración social la dificultad para el divertimento iría en aumento exponencialmente, pero al optar por hablar de menores que se conectan a Internet para dejarse influenciar por las redes sociales en cuanto a sus gustos y preferencias, se libera de una buena parte de la carga dramática, y lo que pretende a fin de cuentas es reirse en tono ligero de los prejuicios que rodean a estas cuestiones.

El personaje que mejor funciona cómicamente es el de la madre, interpretado por una Caroline Peters sobre la que recaen las contradicciones que conlleva el criar a una hija adolescente. Wanda es una mujer progresista, liberada y atea, suficientemente preparada para comprender a su pequeña si le da por dejar los estudios o preferir la fiesta, pero de ninguna de las maneras va a tolerar que Nina abrace el fanatismo religioso. Y ni siquiera la mediación de una terapeuta familiar va a servir para reconducir la situación. En el futuro deberá dirigirse a su niña como Fatima y aceptar las prohibiciones que dicta el Corán sin cuestionarlas. El entorno trata de convencer a la madre en apuros de que la conversión on line se trata de un capricho pasajero, de que se limite a seguirle de momento la corriente, actitud que dará a pie a una batería de bochornosos y ridículos pasajes con gags de vieneses patinando a cada paso.