A solo cinco meses de que se haga efectivo el divorcio entre Reino Unido y la Unión Europea (UE), el anuncio de la primera ministra, Theresa May, de dimitir el 7 de junio como líder tory y del Ejecutivo, además de agravar la crisis política en el país, ha intensificado la batalla por su sucesión, a la que el último es sumarse ha sido el ministro de Sanidad, Matt Hancock.
Al anunciar su candidatura, el titular de Sanidad ha señalado a la BBC que el Partido Conservador necesita «mirar al futuro» y «dejar atrás la espantosa política de los últimos tres años».
Ha adelantado que, de triunfar su candidatura, tratará de recabar apoyos de los Comunes para intentar obtener un acuerdo de Brexit diferente al consensuado por May, aunque Bruselas insiste que no habrá renegociación de los términos acordados con la todavía primera ministra.
También ha descartado la convocatoria de elecciones generales anticipadas, como pide la oposición, porque cree que sería «desatroso para el país» y que podría aupar al líder laborista, Jeremy Corbyn a primer ministro «antes de Navidad.
Ya son cinco
Con postulación de Hancock son la cinco los aspirantes a suceder a May, aunque alrededor de otra docena de tories plantea presentarse también. Por ahora, junto Hancock figuran el exministro de Exteriores y exalcalde de Londres, Boris Johnson; el titular de Exteriores, Jeremy Hunt; el ministro de Desarrollo Internacional, Rory Stewart, y la exministra de Trabajo y Pensiones Esther McVey.
Los medios británicos coinciden en que esta carrera estará inevitablemente dominada por el proceso de salida de la Unión Europea, pues la agenda que adopte el nuevo líder sobre el Brexit resultará determinante para el futuro del país.
El preferido de las «casas de apuestas» es Boris Johnson, quien aboga por una línea dura de ejecución del divorcio con Bruselas, y es partidario de abandonar la UE el 31 de octubre –el último plazo fijado para la desconexión–, con o sin acuerdo.
Pero muchos consideran a Jonhson, quien genera mucha división en el seno de su partido, un improbable sucesor porque «los favoritos nunca ganan».