El II Congreso Internacional quiere poner luz sobre las diversas facetas de Balenciaga
Date
02.10.25 - 03.10.25
Lieu
Gipuzkoa - Getaria

Su faceta personal, creativa, técnica y empresarial. El II Congreso Internacional sobre Balenciaga quiere abordar aspectos desconocidos de la figura y el legado del modisto.
El componente emocional y afectivo en la donación de colecciones como la efectuada por Rachel Mellon, la visión de sus contemporáneos sobre Balenciaga o la práctica ausencia de referencias explícitas a la figura del modisto en el NODO son algunos de los enfoques de los nuevos estudios presentados.
El Museo Balenciaga de Getaria acoge este jueves y viernes y esta cita en la que se exponen investigaciones sobre la figura y el legado del modista vasco a través de 24 estudios seleccionados de entre más de 40 propuestas de investigadores procedentes de instituciones académicas de diferentes ámbitos.
Esta nueva edición reúne a algunos de los más reputados académicos, investigadores y estudiosos de la moda histórica y contemporánea, profesionales de la educación en moda y de la comunicación de moda.
La consejera de Cultura, Ibone Bengoetxea, ha recordado en sus palabras de bienvenida institucional que este congreso sigue a la primera edición que se llevó a cabo en 2020, en plena pandemia, y ha valorado la respuesta internacional que ha cosechado.
Uno de los estudios presentados ha sido el elaborado por Danny Cruz y Isabel Durante, de la Universidad de Murcia, sobre el tratamiento de Balenciaga en el NODO, que eludió hablar del modisto hasta después de su muerte.
A diferencia de otros artistas, Balenciaga no se exilió por motivos ideológicos sino por el afán de continuar con el oficio, ha explicado Danny Cruz.
Nunca expresó sus inclinaciones políticas, pero su fe católica y su posicionamiento monárquico le situaron en «cierta sintonía con el franquismo, lo que le permitió mantener sus lazos con España aunque su relación con el régimen respondió más a una lógica empresarial que ideológica», ha indicado.
Sobre sus relaciones más íntimas, han afirmado que aunque residió en París desde 1937, mantuvo un entramado económico ligado al Estado español, por lo que «no podía permitirse un daño a su reputación» si afloraban sus relaciones con Wladzio D'Attainville o Ramón Esparza, ha detallado el experto.
Las primeras referencias indirectas aparecen en los años 50 con comentarios sobre la boda de Carmen Franco, que se casó con un traje de Balenciaga, pero que la reseña del evento en el NODO se limita a describir que el vestido era de seda blanca. En 1957 el noticiario no tuvo reparo en ridiculizar el icónico vestido saco de Balenciaga, sobre el que llegó a decir que «había que tener mucho valor para salir así a la calle».
Solo tras su fallecimiento cambió la narrativa y en 1974, con motivo de la exposición que le dedica Metropolitan Museum de Nueva York, le dedicó un reportaje. «El análisis revela que la exclusión no fue fortuita sino resultado de estrategias coherentes con el ideario franquista», ha indicado Cruz.
La profesora emérita de Historia del Traje de la Universidad de Glasgow y miembro honoraria del comité científico de la Fundación Cristóbal Balenciaga, Lesley Miller, ha explicado el proceso de elaboración de su libro sobre el creador de moda publicado en 1993, al que siguió una segunda edición en 2007 y una tercera, ampliada y revisada que se publicó para acompañar la exposición ‘Balenciaga: Shaping Fashion’ (2026-2027) en el museo Victoria and Albert de Londres.
«Hoy tenemos aquí un público extenso, lo que demuestra que el esfuerzo por divulgar el legado de Balenciaga ha sido un éxito y evidencia que existe una nueva generación de balencianistas», ha explicado.
La profesora de la Universidad de Edimburgo Alba Sanz ha dedicado su investigación a analizar a la figura de la donante de una colección de ropa y las motivaciones para ceder parte de su armario.
Rachel Mellon (1904-2014), que legó al Museo Balenciaga prendas acumuladas en sus 12 años como clienta, anotó en un cuaderno algunos bocetos de creaciones del modisto y sus sensaciones al llevarlas puestas.
Sanz se ha preguntado por qué una persona guarda trajes, vestidos o abrigos que ya no se pone y ha concluido que las prendas «llevan a recordar eventos o relaciones con otras personas».
«Cuando tenemos un legado es una parte de nosotros mismos, que queremos que quede protegido. Cuando se ha donado una parte de la vida se hace con la certeza de que el museo la va a cuidar muy bien», ha indicado.
Más información en la web. La entrada está limitada a las personas acreditadas previamente.
Emplacement
Museo Balenciaga
Aldamar Parkea, 6
Getaria. Gipuzkoa