Cada vez que se reabre el debate de las pensiones sé a ciencia cierta que le van a acabar dando algún palo a los trabajadores. Últimamente hemos vuelto a oír hablar, así que cuerpo a tierra. Ahora vienen con el mantra de que «se ha roto la solidaridad intergeneracional» y que los jóvenes no quieren destinar una parte de su (mísero) salario a las jubilaciones. Y eso que se ha explicado miles de veces que mientras las pensiones salgan de las cotizaciones, trabajadores y jubilados están en el mismo barco y a ambos les interesa que haya buenos sueldos.

Pero que esto sea obvio no aplaca a quienes han decidido enfrentar a los trabajadores entre sí. De lo contrario, podrían pensar en el enorme problema de redistribución que tenemos con los beneficios empresariales. Suele ser ilustrativo pensar en un escenario irreal que tampoco cuesta imaginar: ¿Qué pasaría se consiguiera que robots realizasen todos o buena parte de los trabajos humanos? ¿Cabe la paradoja de que el fin del trabajo lleve a la miseria a la humanidad?

Esto es una distopía remota porque, hasta ahora, cuando un trabajo se tecnifica el humano siempre ha encontrado una tarea superior para realizar. No nos pongamos luditas. Sin embargo, conviene pensar en esto porque ya está ocurriendo, en parte, que las horas de trabajo no aumentan pese al exponencial crecimiento de la humanidad. Entonces, ¿qué pasaría si llegaran los robots? ¿De dónde obtendrían los trabajadores sus salarios y los jubilados sus pensiones si ya no se necesita mano de obra?

Si continúan disminuyendo los trabajadores necesarios o bien se precarizan los salarios, que es lo que ya está pasando, cada vez funcionará menos la solidaridad entre trabajadores, pero no porque no se quiera redistribuir, sino porque no habrá qué distribuir. Por eso la izquierda no puede pasar más tiempo sin pensar en serio en reformular los impuestos a los beneficios empresariales y financieros desbocados. Pensiones, salarios y cualquier tipo de renta indirecta debe estar ligado al crecimiento económico en un mundo que ha decidido crecer sin límite.