Arturo Puente
Arturo Puente

Por qué Yolanda Díaz puede perder

El problema es que la negociación entre el Gobierno, UGT y CCOO y la patronal ha dado como fruto un texto cerrado, que no deja hueco a la negociación posterior entre partidos.

Hay tres dinámicas que explican esta legislatura en el Congreso. El PSOE quiere una geometría tan variable como sea posible, porque quiere evitar ser dependiente de un solo pacto. A Unidas Podemos, en cambio, le interesa blindar al máximo la mayoría de la investidura, porque es la única suma que mira a la izquierda y desplaza hacia ellos el centro de gravedad. Los socios habituales, cada uno con sus particularidades, quieren obtener la máxima incidencia posible a cambio de sus votos, pero sin salirse de la ecuación.

Estas tres son las fuerzas de la gravedad que han estado en marcha en los últimos dos años y no se puede decir que al Gobierno le haya ido mal. Pero la reforma laboral puede ser un parteaguas. La norma que ha llevado Yolanda Díaz al Congreso no está cosechando apoyos entre los socios tradicionales. Por una parte está la diferencia sindical vasca, que aleja a EH Bildu y presiona al PNV. Por otro, el formato elegido, que no permite enmiendas y ha molestado a ERC, que se siente menospreciada. El problema es que la negociación entre el Gobierno, UGT y CCOO y la patronal ha dado como fruto un texto cerrado, que no deja hueco a la negociación posterior entre partidos. Eso decanta mucho el proyecto hacia las formaciones que tienen interés en que «no se toque una coma», como pide la CEOE. Esto es lo que Yolanda Díaz no ha entendido, ha olvidado o no ha tenido fuerza para evitar. Atarse al primer acuerdo le deja sin apenas maniobrabilidad para llegar a un segundo.

ERC tiene sus propios problemas y para Aragonès no sería fácil comenzar su mandato poniéndose en contra a la vez a la mayoría sindical catalana, a la patronal y a En Comú Podem, un grupo que le ha sido muy útil. Pero los republicanos también quieren dar un golpe sobre la mesa. Si lo hacen, Díaz perderá, bien porque la reforma fracasará o bien porque se aprobará con partidos más escorados hacia la derecha, como Cs, PNV o PDeCAT, y pocos de izquierda. Díaz está comprobando esta semana que jugar a robar al PSOE valores como el consenso es más arriesgado de lo que parece.

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