Sueño ante los fondos europeos

Hay una frase del 15M que siempre me ha parecido especialmente buena tanto por su precisión como por la despiadada crítica y autocrítica social. Es esa que dice: «Dormíamos... despertamos». No hay imagen más adecuada para explicar el estado en el que se encontraba la sociedad española al final de la primera década del siglo que la de la somnolencia, prácticamente el sueño anestesiado si no el coma inducido mientras se conducía al abismo.

Quizás es cierto que el 15M no acabó transformando nada sustancial, pero no es poco que fuera una toma de conciencia, que hiciera que muchos entendieran lo que estaba pasando. Lo que estaban haciendo con ellos. Abrir los ojos justo antes de caer y al menos saber por dónde caíste. Es cierto, la batalla fue un paseo para aquello que se llamaron «los mercados», pero la sociedad fue consciente de las cesiones que se estaban haciendo. Hubo al menos derecho al pataleo y, siendo optimista, alguna lección.

Pero el estado de somnolencia social que se vivía antes del 15M es bastante similar al que se vive ahora, del que ni siquiera el fin de la pandemia parece sacarnos. Los europeos estamos presenciando la batalla que definirá como será la correlación de fuerzas del continente en la próxima década sin apenas saber interpretarla. Ya no hay memorándums de entendimiento ni primas de riesgo; hubo negociación de la cuantía, ahora llega el reparto y, de fondo, hay un pulso soterrado entre Europa y los estados por los límites de la condicionalidad.

Nos jugamos aquí y ahora que la inyección millonaria del siglo sea un rescate encubierto a las grandes empresas participadas por los principales bancos u otra cosa. Nos jugamos que la llegada de los fondos sea a costa de una rebaja de las condiciones de vida o que, en cambio, supongan mecanismos de redistribución. Hay una mala noticia, y es que todo apunta que ocurrirá lo mismo que en la anterior crisis. Y hay otra peor: que la mayoría de la gente ni siquiera lo sabe ni tiene demasiado interés en ello. Pero hay una noticia esperanzadora: vencer al sueño y abrir los ojos no es imposible.

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