Alberto Pradilla
Alberto Pradilla

La Audiencia cambia vascos por bancos

La Audiencia Nacional española ha procesado a 33 exconsejeros de Bankia, entre ellos Rodrigo Rato, por el tocomocho a gran escala con el que se embolsaron cifras tan astronómicas como la ficha de Cristiano Ronaldo. En principio, la humillación de los que hasta antesdeayer se consideron intocables me parece cosa buena. Entre guay, y una puta mierda, me parece guay. Aunque, en realidad, yo soy de la opinión de mi santo viejo, que piensa que, más que procesos retransmitidos, lo verdaderamente relevante es saber dónde está el dinero. Y, sobre todo, que este regrese a los legítimos caudales públicos. Yo añadiría: y que se revierta este sistema injusto que hace que unos pocos vivan por encima de nuestras posibilidades.

Sin embargo, no voy a referirme a los excesos de la élite monetaria, sino al oportunismo de otra de las caras de la misma moneda, que es la judicatura. La Audiencia Nacional española, ante el cese definitivo decretado por ETA, veía sus días de vino, rosas, portadas, prebendas y represión en caída libre hacia la desaparición. Sigue, por el momento, poniendo piedras en el camino y procesando a ciudadanos vascos. Pero, tras los muros del tribunal de excepción, el run-run sobre "y-ahora-qué-hacemos" es insistente.

Durante años, los heredores del Tribunal de Orden Público franquista se han dedicado a la caza del vasco. Ahora le cambian dos letras y se apuntan a fiscalizar al banco. Como si, para mantener sus emolumentos, hubiesen recurrido al CIS para buscar, entre las principales preocupaciones de los ciudadanos del Estado español, el maná de la eterna subsistencia. Repito: hay que hacer algo con bancos, banqueros, políticos, constructores y todos aquellos miembros de la élite que han engordado a costa de un agujero en el que todos ahora nos vemos hundidos hasta las cejas. No termino de creer en la judicalización de la cosa pública. Y todavía dudo mucho más de la honestidad de una maniobra que apesta, por las cuatro fachadas del edificio de la calle Génova, a oportunismo y "qué hay de lo mío". Según la memoria de 2011 de la susodicha Corte, en los últimos doce meses se ha doblado el número de delitos económicos investigados. Como si antes no existiesen. Como si la estafa no estuviese en marcha.

No olvidemos que los mismos superleguleyos que ahora tomarán declaración a los encorbatados comparten con ellos el estatus de los intocables. Y perro no come perro. Así que todo esto me suena más a opereta retransmitida para tranquilizar al personal que a un verdadero proceso a los responsables de este inmenso timo. El sistema judicial español de alto standing, cuya imagen se deteriora a golpe de viaje a Marbella y clientelismos varios, se apunta a un bombardero con tal de subsistir.

Y mientras, el sistema, simplemente se reproduce.

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