Koldo Campos
Koldo Campos
Memoria que respira y pan que se comparte

La música del alma

En la escuela aprendí que el agua es una fórmula compuesta por dos átomos de hidrógeno y uno de oxígeno. Años más tarde supe que, además de que los seres humanos somos agua en un planeta azul, el agua tiene otro elemento: la música. Eso es lo que somos: agua y música.

También aprendí, aunque esto creo que fue en un bar y más recientemente, que entre tanta hermosa música de agua la de lluvia es la expresión que más disfruto.

Cierto que el agua es música en cualquiera de las voces que pulsen sus cuerdas y tensen sus arcos, allá donde fluya el río, más allá de sus metales, allá donde el mar se encrespe o se serene, pero nada comparable a la lluvia, a las coreadas tardes blancas y negras de húmedos acordes cantando en mi memoria, tragos de contrapunto, redondas empapadas, fusas y semifusas con paraguas. La lluvia se presenta y deja saber su nombre sobre los adoquines de las calles salpicando prisas y zapatos, o redobles de aguacero a bote pronto en el sufrido tejado de uralita. La lluvia escoge el testigo que deja y se transforma en partitura y en todas las almas que vibran, que bailan y soplan de pistón en pistón, entre el juicio que disponga el pentagrama y la emoción que mueva la batuta. La lluvia es la música del alma.

(Preso politikoak aske)

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