Hasta es posible que los honorables jueces del Tribunal Superior del Reino Unido volvieran a ponerse las tradicionales pelucas blancas, pulcras y repeinadas, para que no faltara solemnidad a la sentencia que dicta que los lingotes de oro (2.000 millones de euros) que el Banco Central de Venezuela tiene depositados en el Banco de Inglaterra y cuya devolución reclama desde hace años, se quedan en Inglaterra ya que las instituciones venezolanas no son reconocidas por el Reino Unido que sí reconoce a Guaidó, el mamarracho elegido y nombrado presidente interino de Venezuela por Estados Unidos, el Reino Unido, y algunos satélites europeos. Ni siquiera en lo peor de la pandemia aceptaron devolver el oro a Venezuela.
Tan gentlemanes como son los británicos, tan sires ellos, tan lores, tan piratas, ahí siguen quinientos años después Sir Francis Drake, Sir Henry Morgan y demás barbanegras del imperio saqueando América y el mundo, colonia por colonia, por la cara, digo... por la flema. Tal vez, como dicen, haya caído el puente de Londres, pero la desvergüenza de sus instituciones y su corona no.
Y a propósito de cleptómanos y palacios, ¡God save the godmather! ¡Long live the godfather!
¡Hasta las pelucas…!
(Preso politikoak aske)
Hasta las pelucas
Tal vez, como dicen, haya caído el puente de Londres, pero la desvergüenza de sus instituciones y su corona no.
