En un diario digital progresista, –alguno hay–, hacia el final de su página web, en uno de sus titulares reza: “5 libros de autoayuda para leer en vacaciones”. «Autoayuda», curioso y concepto el de ayudarte a ti mismo que implica una suerte de esquizofrenia, de yo dividido entre una de las partes ayudante, lo que implica otra «dificultante» y quizás, solo quizás, una tercera indolente. Tras clicar sobre el titular y después de ciertos titubeos de mi ordenador aparecen unas breves sinopsis acerca de cada uno de los autoayudantes libros escritos por expertos en felicidad y bienestar. Tres prometen «crecimiento personal» merced a unas técnicas, otro refierese a la «superación personal» y el quinto sobre el «autoapoyo». Todos abogan por la necesidad de engrandecer la «Autoestima».

Buscando en la red información sobre estos autotemas topé con una miríada de lo que unos llaman seminarios, otros talleres y algunos, laboratorios (lo que los profanos llamábamos reuniones) donde poder superarte y crecer en persona personalmente, autoayudándote y autoapoyándote, hasta el infinito y más allá. En la industria de la superación personal hay novedades para quien disponga de posibles y quiera algo más personalizado: un individuo que recibe el nombre de coach y practica contigo el coaching que no es otra cosa que un proceso «dialógico» y «praxeológico» (te lo juro), mediante el cual genera las condiciones que te hagan buscar el camino y alcanzar los objetivos fijados usando tus propios recursos y habilidades, fuertemente apoyados de la motivación, responsabilidad y creatividad. El individuo, dicen, es una trilogía entre lenguaje, cuerpo y emociones en donde al intervenir en una de esos dominios se puede intervenir en los otros.

Gracias a estos expertos de la «inteligencia emocional» aprenderás a controlar las emociones: cuál es la cantidad de cabreo conveniente, qué grado de ansiedad expresado es el apropiado y si los espasmos producidos por tu orgasmo, autoproducido por supuesto, son los adecuados.

Mejor el apoyo mutuo.