Fede de los Rios
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Inverecunda patronal

De autónomo, Antonio Garamendi Lecanda, poseedor  de la Gran Cruz Orden del Mérito Militar del Ejército,  amén del Premio Tintero otorgado por periodistas
españoles, ha pasado a asalariado

De autónomo, emprendedor en lenguaje posmoderno, Antonio Garamendi Lecanda, poseedor de la Gran Cruz Orden del Mérito Militar del Ejército español, amén del Premio Tintero otorgado por periodistas españoles, ha pasado a asalariado. Y es que a Antonio le puede la humildad. El presidente de la CEOE se ha mimetizado con los que viven de un jornal. Qué empatía la de los patronos.

El salario del presidente de los dueños de las empresas (llamados creadores de puestos de trabajo), a quienes vendemos por un sueldo parte de nuestra vida diaria y nuestra fuerza de trabajo, es de 380.000 euros anuales, o lo que es lo mismo 30 veces el salario mínimo interprofesional. Ese salario de 1080 euros que, a juicio del presidente de la CEOE, el mismo Garamendi, es un auténtico dispendio que llevará a muchos empresarios a la quiebra abocando a sus trabajadores al paro. Antonio siempre solidario con sus compañeros asalariados.

Una subida salarial de 30.000 euros. De 350.000 que facturaba como autónomo a los 380.000 euros actuales como asalariado de la CEOE. Un 9%, tres veces la subida de sueldo del resto de asalariados, el 3%, para este año.

Uno puede preguntarse cómo en esa «democracia plena» que es España, con los principios de libertad, igualdad y fraternidad de las democracias al uso, un sólo individuo puede ganar lo que treinta iguales a él. Y cómo a ese individuo le parece un exceso (en el sentido literal del término) que los treinta vayan a ganar treinta veces menos. Concepto extraño y polisémico el de la Igualdad de las democracias formales. La RAE la define como conformidad de algo con otra cosa en naturaleza, forma, calidad o cantidad.

Acaso sea que las familias de los treinta trabajadores tengan treinta veces menos necesidades que la familia Garamendi. Los hijos e hijas obreras tan felices con treinta menos posibilidades del salario de sus progenitores que los de Antonio necesitados de treinta veces más.

Será eso ¿no?
Cabrón jesuítico.

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