Abriendo paso

Se duelen del futuro de Perú los de la una, grande y libre. No se les va el mal cuerpo que les dejó la victoria electoral de Castillo. Aún le dan vueltas a él, a su sombrero y a su discurso de investidura, que añadió a la desazón y la pesadumbre, un intenso ardor de estómago. Otro comunistón bolivariano que, además, y en presencia del mismísimo Felipe de Borbón, arremetió contra el expolio español en lugar de cantar loas, con servilismo y adulación, a la madre patria. Un ultraje, en fin.

Escapa del todo a su comprensión que las y los peruanos hayan decidido dejar de ser otro feudo de la tiranía y la corrupción y pasar a mejores manos. A manos campesinas. O tal vez lo que escapa a su comprensión es que el proceso electoral no se haya amañado lo suficiente como para no permitir el resultado que ha tenido. Porque mucho se duele la derecha española, tan ofendida, pero es todo el neoliberalismo el que sufre diarrea. No han perdido el mundo, sólo un feudo más, pero caramba, escuece: Cuba, Venezuela, Bolivia, Nicaragua, México; ahora, Perú y quién sabe si mañana, Colombia.

Sería otra hecatombe. Porque Colombia, de momento, escapa «a la infame estrategia el comunismo» como decían por ahí. Está limpia. Debe ser por eso que al mundo le preocupa poco Colombia, sea lo que sea lo que esté pasando. Colombia, con sus decenas de muertos en las protestas; con sus decenas de desaparecidos. Con sus aparecidos después, ejecutados. Con sus manifestantes violadas en los calabozos (lo sé: para hablar de violaciones en los calabozos, no hay que ir tan lejos). Con sus niñas indígenas violadas por grupos de militares. Colombia, a la que los gobernantes de otros países no le piden respeto a los derechos humanos. Colombia, el tesorito de EEUU.

Bueno, tal vez mañana Colombia. No lo tendrán fácil, como no lo tiene fácil Cuba, ni Bolivia, ni México, ni Venezuela, ni lo tuvo Brasil, ni lo tendrá Perú. Ni tampoco lo tendremos nosotras y nosotros. Pero aflojando cadenas abrimos paso al futuro.

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