En el llano de Zuberoa, en el mismo Mitikile donde tres siglos antes el cura rebelde Beñat Gohienetxe se levantó contra la nobleza vasalla del Rey Sol, nació el periodista Jean-Michel Apathie, en aquel mismo 1958 en el que el general De Gaulle pronunció el “os he entendido” en aquel discurso que pronunció en Argel ante una multitud de varios cientos de miles de personas congregadas en un contexto de guerra anticolonial que cuatro años después acabaría con la independencia de Argelia y una década más tarde con un acuerdo de extranjería que la derecha extrema cuestiona en estas últimas semanas hasta el punto de que el ministro francés de Interior ha abierto una crisis diplomática con la antigua colonia, a la que París ha mirado siempre como un país de tercera clase, como ha mirado siempre a su periferia, como cuando mandó decapitar a Matalas en la plaza de Lextarre, a la sombra del castillo de Maule. Ejecutarle no, pero casi es lo que pretenden ahora con Apathie por atreverse a recordar que en 130 años de dominio colonial Francia masacró al pueblo argelino sin que el Estado francés lo haya reconocido jamás a pesar de que los hechos históricos lo corroboran. Era otra época, otro contexto, dicen. Evidentemente. Pero eso no exime a París de asumir su violencia pasada, porque negarlo no es más que pretender decapitar el presente. En Argel o en el llano de Zuberoa.