Iñaki Lekuona
Iñaki Lekuona
Irakaslea

Emancipación

Decenas de carros de combate estadounidenses han atravesado estos días el Bidasoa a lomos de otros tantos camiones matriculados en Polonia y Rumanía, países ambos que miran de reojo un conflicto ruso-ucraniano que tiene visos de girarse hacia Europa una vez que Trump tome el mando de la Casa Blanca y anuncie el fin de su injerencia bélica en esta parte de Europa. “Nuestro deber es ayudar a Ucrania a resistir; es una guerra de resistencia” ha declarado por su parte, con la teatral solemnidad que le caracteriza, Emmanuel Macron, un tipo muy apegado a sus principios hasta que opta por otros, como es el caso de esas lenguas minorizadas, que antes decía defender como “tesoros de Francia” pero que ahora le suponen un problema. En el discurso pronunciado en la Academia francesa hace una semana el presidente elogió el francés, “que sirve para emanciparse, (...) crisol de la unidad del país” y que contrasta con “los patois”, idiomas “regionales cuya gran mayoría existen todavía pero que en el fondo han sido un instrumento de división de la nación”, esa que el propio Macron reconoce que se ha construido “desde el Estado y desde la lengua francesa”, con carros de combate desplegados en forma de libros de texto y armados de castigos y de vergüenza. De resistencia sabemos algo. De emancipación también. Y ni una ni otra hablan francés.

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