Irati Jimenez
Irati Jimenez
Kazetaria eta idazlea

Ladran para que no cabalguemos

Si la mejoría ya está en camino apostillan «veremos» y profetizan un fracaso que ansían con esa turbia versión de la esperanza del que quiere ser infeliz para poder tener la razón

Las opresiones y las injusticias no pueden defenderse con argumentos buenos y sensatos que apelen a las conciencias y convenzan a la mayoría de las personas de que apoyen de buen grado cosas que no les convienen y que no quieren hacer. No es fácil conseguir que la gente renuncie a las libertades públicas o nacionales, se someta a la autoridad sin protestar, pierda servicios básicos o acepte diferencias sociales tan graves como las de España, donde el 32% de la riqueza está en manos del 70% de la población y el 25% en manos del 1%. La dominación lo tiene difícil para tenernos convencidos, por eso se conforma con que nos demos por vencidos.

Que el mundo no esté ordenado en función de los intereses de la mayoría es suficiente razón para entender no solo la historia del ocultamiento, el engaño y la propaganda, sino la abundancia de enredadores, ofuscadores y pesimistas de salón capaces de argumentar que tan mala es una cosa mala como una buena y tan imposible la buena como inevitable la mala. Los veteranos de ninguna guerra afirman siempre que los intentos para mejorar las condiciones sociales son inútiles porque el cambio a) nunca es un verdadero cambio y b) nunca es a mejor; dos opciones que suelen combinar hasta el infinito para insistir en que un cambio puede ser a mejor siempre que aceptemos que es imposible llevarlo a cabo y se puede llevar a cabo siempre que aceptemos que no es verdaderamente a mejor. Si la mejoría ya está en camino apostillan «veremos» y profetizan un fracaso que ansían con esa turbia versión de la esperanza del que quiere ser infeliz para poder tener la razón.

Estos cínicos son los verdaderos ideólogos de la dominación y se valen del distanciamiento, la provocación y la burla, para descorazonarnos, desmoralizarnos y desesperarnos con argumentos que se hacen pasar por ideas pero no son más que ladridos. Recordemos que cínico proviene de la raíz -kyon, que significa perro y que según los griegos, los perros eran los guardianes del infierno.

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