Para ver la gravedad y la dimensión de los problemas que hipotecan la viabilidad del Estado español basta con no mirar para otra parte y no negar lo evidente. Tener vista ayuda, pero lo indispensable –que abunda menos– es la voluntad de querer ver la realidad. Aún así, y como cada cual tiene sus vicios, yo confieso que me fascina mirar a España en el diccionario de la RAE, una obra de consulta –psiquiátrica– que ofende a la lexicografía, que debería pedir que disolvieran todas sus definiciones, y avergüenza a los diccionarios, artefactos patafísicos que explican con palabras qué quieren decir las palabras.
Como retrato de los complejos males del Estado español y de su ultranacionalismo acomplejado es infalible (complejo: «Conjunto de ideas, emociones y tendencias generalmente reprimidas y asociadas a experiencias del sujeto, que perturban su comportamiento»). En los grandes temas como religión, política o lengua… brilla. Pero si se fija en una palabra como «razón», le otorga tanta importancia que le da esplendor durante seis páginas de Word. Recomiendo comparar entradas como «dominación», «obediencia», «sumisión» o «humildad» con otros diccionarios para reír o llorar, porque si «poder» (o sea, capacidad o autoridad) significa lo mismo para las autoridades del diccionario de la lengua española (autoridad, «poder que gobierna o ejerce el mando, de hecho o de derecho»), que para las autoridades españolas, para «poder» hacer algo no basta con tener capacidad o autoridad, que sería peligrosísimo. La RAE cree que tenemos que «tener expedita la facultad o potencia de hacer algo». O sea, que podemos hacer algo si nos dan permiso. Y no sé yo, porque los que tienen «poder» empiezan en «dominio», pasan por «imperio», afirman la «suprema potestad rectora y coactiva del Estado» y acaban llenos de «fuerza, vigor, capacidad, posibilidad, poderío».
Y de pedir la «independencia» directamente mejor ni hablamos, porque dice la RAE que es la libertad, sí, pero «especialmente la de un Estado que no es tributario ni depende de otro». Pues ya estaría.
Poder
Los que tienen «poder» empiezan en «dominio», pasan por «imperio», afirman la «suprema potestad rectora y coactiva del Estado» y acaban llenos de «fuerza, vigor, capacidad, posibilidad, poderío».
