Itziar Ziga
Itziar Ziga
Una exrubia muy ilegal

Supervaga

Recomiendo transitar esta columna escuchando "Supervaga", el subidonero temazo de las bilbaínas Chico y Chica. Y, bailando música disco, hay una disca, es decir, una discapacitada que le da la vuelta radical y brujerilmente al eufemismo y al eugenismo, llamada nada más que Itxi Guerra. Bromea con su Itxi Guarra, y eso ya me enamoró. También se dice a sí misma lisiada. Mejor que ilumine ella. «El capacitismo es el sistema político, social y cultural que discrimina, asesina y marginaliza a las personas discas por el hecho de serlo, y surge del propio sistema capitalista. El capitalismo lo que hace es controlar las vidas y poner en el centro la capacidad de producción. Y, si no eres capaz de producir, te quitan todos tus derechos, y ya no solo derechos, sino que tu vida no será considerada digna de ser vivida. Es un sistema que es muy violento y que nos afecta a todas las personas. Porque, en cierta manera, todas las personas somos vulnerables y en algún momento de nuestras vidas podemos ser discas. Y quizá por eso nos da tanto miedo hablar de discapacidad».

También dice que la siesta es revolucionaria, ¡genia!, y que a las discas se les trata de curar, cuando muchas veces no tienen/tenemos cura. Tienes que ir todos los días a rehabilitación, a reconversión dice ella, sirva o no sirva, quieras o no, y no a fiestear como una loca, por si te descalabras. Me viene la canción de la banda galega Os Resentidos, 1984: «eres minusválida, no podes bailar». Como si tu cuerpo no fuera tuyo... ¡jode tanto aceptar que nuestros cuerpos no son nuestros, que nos los han expropiado! El espejo disca es en el que más nos cuesta mirarnos, por eso mismo es ahí donde tenemos que iluminarnos para desertar de ser funcionales al capitalismo.

Me estremece cómo reivindica el fracaso, no como esa mierda neoliberal que no paran de vendernos, que parece empoderante, trampa individualista en la que yo también he caído: fracasar para levantarte, para ser viable en este alienante sistema. El fracaso como vía revolucionaria. Por todas las veces en que me preguntan: y tus libros, ¿te dan para vivir? Y respondo: me dan para beber.

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