Itziar Ziga
Itziar Ziga
Una exrubia muy ilegal

Trata de vascas

A ver: Lidia Lozano hizo más verificaciones para comprobar que Ylenia Carrisi seguía viva que el periodista que firma este reportaje del ABC para enunciar la existencia de ese Comando Visitadoras.

En la facultad de Ciencias de la Comunicación de Leioa, además de tratar de enseñarme a maquetar con tipómetro en una época en que hasta los fanzines anarcos ya se diseñaban por ordenador, me explicaron los principios que rigen la información periodística. Ahora mismo recuerdo dos, los que vienen al caso. Primero: inmediatez. Nunca lo había pensado, y eso que desde los diez años o así decidí que quería ser periodista. Obvio: las noticias vuelan, y quienes nos las cuentan, tienen que volar más. En cuanto oí la palabra inmediatez, decidí que no sería periodista de diario. Por eso estoy escribiendo una columna sobre algo que sucedió el 8 de marzo, hace diez días. Por eso, y porque me lo ha pedido alguien a quien me excita concederle cosas tanto como pedírselas, aunque suelen ser en carne, no en papel. Segundo: objetividad. Algo así como no contar las cosas como a ti te vendría bien que se contaran. Creo que de lo que voy a hablar entra en la categoría de periodismo ficción.

Este último y pandémico 8 de marzo, el periódico ABC nos reivindicaba a las mujeres en portada. «Los proetarras reclutaban chicas para aliviar la soledad de terroristas presos». A ver: Lidia Lozano hizo más verificaciones para comprobar que Ylenia Carrisi seguía viva que el periodista que firma este reportaje del ABC para enunciar la existencia de ese Comando Visitadoras. Quizás por ello, el notición apenas tuvo eco. Aunque ABC insiste en que el silencio de Bildu hoy significa connivencia con la red prostitucional de trata de vascas de ayer. Solo Carlos Itugaiz recogió la denuncia, en un acto del PP vasco por el Día de la Mujer, me pregunto de qué mujer. Y se lamentó de que «eso es lo que hacen algunos con la mujer». Vuelvo a preguntarme con qué mujer. «ETA es una banda de metralletas y proxenetas, y permitirme el pareado». Te lo permitimos, Carlos: sí a la poesía.

Mientras, yo aguardo ansiosa que vuelva a abrirse el mundo para recuperar la fiesta, la improvisación y el mogollón. Y también esa rendija de la cárcel por la que volver a visitarte, y a degradarme orgásmicamente como mujer, Ibai.

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