Ainhoa Güemes eta Zaloa Basabe Blog
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Paisajes (pos)coloniales, prácticas artísticas, revolución…

Lyemb+ngeta tanta--Lee en voz alta o dilo en voz alta en Chané

 

> texto de xara sacchi para el Alzamiento de Baiona, UEU, 2014

 

 

Estoy dispuesta a hablar pero no debes dudar de mis palabras. Existe la imagen de la mujer y existe su realidad. ¡A veces las dos no funcionan muy bien juntas!

Trinh T. Minh-ha, Surname Viet Given Name Nam (1989)

 

1. Desiertos

Dos grandes campañas militares de gestión somatopolítica del territorio de la nación son organizadas a finales del siglo XIX por el Estado Argentino: La campaña de Victoria (1884-1917, aunque las incursiones se remontan a 1870) y La conquista del desierto (1878-1885). La primera de ellas se realiza sobre las extensiones del Gran Chaco, una región que trasciende las fronteras de los Estados Nación actuales de Bolivia, Argentina, Paraguay, y Brasil en el Sur del continente americano. El Chaco Salteño es el nombre que indica la parte de influencia argentina que va desde el río Pilcomayo hasta el río Salado limitando con la cordillera oriental Boliviana y por el este con la línea de los ríos Paraguay y Paraná. Ambas denominaciones se usan hoy en día aún, aunque no aparecen mencionadas en los límites territoriales de los estados, ni reconocida como una zona políticamente autónoma. La segunda campaña de exterminio avanza sobre los territorios de la actual región Patagónica argentina.

Ambas acciones de imposición soberana están relacionadas en la “reorganización” del territorio y del cuerpo nacional. Estos dos gestos tánatopolíticos de “gestión” de las ficciones políticas vivas se sustentan en la elaboración de una cartografía en la cual “la civilización” se encuentra amenazada por lo inhóspito: El impenetrable y la Patagonia. Lo abrupto, el cuero, la extensión, la confusión, las lenguas habitan esas superficies. El imperativo, siguiendo a E. Kant es desertificar para poblar:

"El pueblo de los americanos no es susceptible de ninguna forma de civilización. No tiene ningún estímulo, pues carecen de afectos y de pasiones. Los americanos no sienten amor, y por eso no son fecundos. Casi no hablan, no se hacen caricias, no se preocupan de nada y son perezosos... incapaces de gobernarse, están condenados a la extinción".

Ambas campañas conquistadoras culminan con la reorganización del territorio nacional en tres partes geopolíticas. La primera de ellas, hija de la revolución criolla ante el Imperio español, lugar de las narrativas del progreso, de la organización de los líquidos cloacales,  del orden racial de las mezclas, del salón literario gracias a la lengua “donada” y la prensa escrita, en el medio del territorio actual de Argentina (Buenos Aires, Córdoba y zonas de influencia).

La segunda división del territorio aparece cuando Julio A. Roca organiza la “Conquista del desierto” en 1879, el exterminio programado de aproximadamente 35.000 personas pertenecientes a diferentes genealogías sociales,  culturales y lingüísticas (Los sobrevivientes prisioneros se reparten entre el servicio militar, el trabajo doméstico, la adopción compulsiva y el trabajo forzado por conchabo en la zafra en el norte, en la tercera parte de esta cartografía). La producción de la ficción viva que justifica el genocidio es la de “indianidad”. La producción política del desierto se entrelaza con una narrativa previa que es la producción de un lugar original imaginario al que pertenecerían estos habitantes sin órganos, pura piel: Las indias. Los/las indios/indias así son puro cuero. Piel para marcar, para secar al sol o para adueñarse.  

La tercera parte será un territorio en proceso de continua desertificación hasta entrado el siglo XXI. La conquista del Gran Chaco tendrá otras características, la gestión somatopolítica de la “indianidad” estará vinculada al cuerpo racializado como máquina simple de producción del capital en las plantaciones de caña de azúcar y algodón,  como sujeto del patrón misional y educativo de la Iglesia y el estado argentino.

El estado soberano argentino, su independencia, su revolución se asienta sobre estas desertificaciones. El estado argentino hace así lugar, limpiando para sembrar, en un gran acto de gestión biopolítica, sobre el desierto “el pueblo”, la patria gaucha.

En ese espacio desertificado de la Patagonia el ing. Florencio de Basaldúa (Bilbao, 1853) propone a Julio A. Roca fundar Eskal Berri en la actual provincia de Chubut.

Eskal-Berri hori ezartzeko, Basalduak Patagonia zaba- lean Chubuteko eskualde bat aukeratu zuen, hain zuzen ere, ondoko koordenatuen artekoa: 44o 30^ eta 47o 30^ artean S latitudean, eta longitudean San Jorge golkotik Txileko mugaraino Andeetan. Barruti hori, Basalduaren kalkuluen arabera, 166.000 kilometro karratukoa zen, eta 625 hektareako 26.640 lur-sail egin nahi zituen, euskaldunen artean banatzeko doan eta urririk, 1884ko irailaren 27ko legeak ahalbidetu bezala.

Más allá de las obvias filiaciones eurocéntricas y colonialistas de la propuesta, en el contexto en que se produce, no varía en absoluto del proyecto biopolítico de etnofagia del Estado Soberano Argentino. Si hiciéramos arqueología ficción, podríamos afirmar que igualmente nunca hubiera sido viable la aceptación de esta propuesta para la razón colonial criolla, en principio, dentro de la lógicas biopolíticas, aparecería la posibilidad de la legitimidad del plurilingüismo, la plurinacionalidad, las reivindicaciones territoriales de “los otros” del Estado Nación…   Más aún, abrir la posibilidad para la reivindicación de uno o varios territorios ocupados por múltiples ficciones políticas de comunidad no es una tarea soberana. La tarea soberana es la homogeneización y la limpieza tanto de la lengua, como de “la raza”, como de las aguas cloacales del territorio y los cuerpos del Estado Nación.

 

2. Extrangeneroa

Nuestras vidas son políticas también.

Zuriñe Mbaztan, entrevista en Arrakala Proiektua, www.arrakala.net

 

Así como las cárceles modernas pertenecen al régimen biopolítico disciplinar, también los jardines, los psiquiátricos, el estado nación, la huella dactilar, los museos y el sistema de segregación corporal de registro anatómico de la diferencia sexual, binaria y jerárquica entre hombre y mujer.

Como nos refiere Thomas Laqueur la diferencia sexual es una invención posterior al siglo XVII, como la invención de la raza o la discapacidad, responde a unas relaciones específicas entre verdad, poder y saber. Las estructuras que se habían considerado comunes a hombre y mujer –esqueleto y sistema nervioso- fueron diferenciadas de forma que se correspondieran al hombre y la mujer culturales. El propio cuerpo natural pasó a ser la regla de oro del discurso social En palabras de M. Foucault: Por primera vez en la historia, sin duda, lo biológico se refleja en lo político; el hecho de vivir pasa en parte al campo de control del saber y de intervención del poder.

En este sentido la biología, la anatomía, la clínica se configuran como los aparatos de verificación de verdad por excelencia y a su vez son el fundamento “objetivo” de las políticas raciales,  sexuales y nacionales a partir del S.XIX. Los debates en torno a la materialidad de los cuerpos, su inscripción en la norma, su capacidad de acción productiva y reproductiva configuraran la teoría económica y política de los estados nación. Su principal preocupación será el disciplinamiento del cuerpo productivo del hombre y el cuerpo reproductivo femenino para la construcción de la nación soberana moderna y el capital.

La biopolítica como régimen de producción, ordenamiento, control y circulación de la vida, o de las ficciones vivas llamadas cuerpos orgánicos normales y su organización en estados nación genera un “excedente” de sujetos sans papiers, es decir sin acceso a las técnicas de gobierno, a la autonomía de decisión sobre las tecnologías del cuerpo y al control de los aparatos de verificación de verdad. Los proyectos utópicos de ciudadanía plena dentro del horizonte biopolítico lucharan por producir estrategias de representación dentro de la MargiNACIÓN que los produce como límite de la norma, como límite mismo de la generación continua de la vida biopolítica.

Fausto Sterling afirma que la biología es política por otros medios, al invertir esta formula en forma paródica, podemos dar cuenta del camino que toman las luchas de resistencia a la normalización biopolítica de los cuerpos y la población. La política es biología por otros medios, es decir, las reivindicaciones de representatividad política de los anormales inciden en la producción de aparatos de verificación de verdad sobre la vida y técnicas del cuerpo nuevas, e interviene en las tecnologías hegemónicas de gobierno. L*s pervers*s, discapasitad*s, racializad*s, indianizad*s, loc*s, ilegalizad*s, pres*s, pobres, mujeres, desviadas, los y las  sujetas de la margiNACIÓN politizaran sus cuerpos para TRANSfigurar la clínica.

En este sentido las palabras de Zuriñe Mbaztan “nuestros cuerpos son políticos también” no parten de un discurso humanista ni humanizante, ni sólo del reconocimiento de derechos civiles, ni sólo de la reivindicación de derechos políticos, esta afirmación da cuenta del profundo trastrocamiento epistémico en que estamos comprometidos colectivamente.

¿Por qué es importante pensar en estas resistencias “periféricas” a la normalización disciplinar biopolítica? Porque es una tarea urgente desarmar la maquinaria narrativa  soberana-biopolítica de la pureza y la limpieza, porque las ficciones vivas de la masculinidad productiva y la feminidad reproductiva heteronormativas producen  a nuestros hermanos, amigos, amantes, padres como cuerpos productivos de la nación y por lo tanto son los cuerpos desechables para la guerra o para la lucha de resistencia, nuestras hermanas, amigas, amantes, madres como cuerpos reproductivos de la nación son las incubadoras de los cuerpos desechables o de la mano de obra barata del estado soberano. El estado nación soberano desea esas ficciones porque esas ficciones producen el capital y sostienen el mercado, con afecto.

En las cárceles, en las vallas de las fronteras, en las unidades de género, en los territorios, hay extrangeneroak.

 

3. Oso con piel de oveja

El hartza es uno de los personajes del carnaval en EH, especialmente en la zona de Nafarroa. Esta extraña ficción aparece siempre junto a un pastor. Ambos están ligados por un lazo, la dinámica entre los dos personajes es la misma siempre y repetitiva: el hartza pelea para liberarse, el pastor intenta detenerlo pero no lo logra sale corriendo, se va de los confines de la fiesta y de la ciudad. Huye. Y vuelve y vuelta a empezar.

En 1934 un joven del pueblo se enferma de tuberculosis, la familia no tenía dinero para pagar el tratamiento. Entonces la cuadrilla del joven decide disfrazarse y salir a cantar y pedir dinero. Una cuadrilla de osos de piel de oveja atraviesa la ciudad.

B. Preciado en ¿La muerte de la Clínica? menciona que en el libro Du féminisme et de l'infantilisme chez les tuberculeux (1871) de Ferdinand Valére Faneau de La Cour es la primera vez que aparece la palabra Feminismo. La noción es definida en un contexto patológico, el de la descripción de una enfermedad contagiosa: la tuberculosis. Faneu de La Cour aseguraba que un gran número de hombres tuberculosos, especialmente si padecían esta enfermedad de forma hereditaria, presentaban una serie de rasgos infantiles y "feministas": cabello fino, pestañas largas, piel blanca y blanda, barba escasa, genitales pequeños, mamas voluminosas…

El hartza, personaje solitario y recursivo en su relación de opresión, es ahora gracias al contagio de la tuberculosis o mejor dicho del feminista, una comunidad solidaria travestida. Así comienza a festejarse en Ermua el Hartza Eguna. Quizás podríamos decir el día de los feministas.

En Bergara hay una cárcel del S. XIX ocupada como Gaztetxe desde el 2009. Hay una biblioteca en la celda del anarquista italiano Michelle Angiolillo, juzgado y ejecutado ahí mismo por medio de garrote vil en 1897. Ahí están las ciegas con los orinales intervenidas con música de tambores, comidas, huéspedes, voces de radio, sorginak y un escenario justo ahí donde se daba la misa a los presos. Afuera pared con pared vigilan las cámaras de seguridad de los juzgados.

Cuando se habla de revolución se piensa en el pasado o se piensa en el futuro. Lo que ya fue, lo que se transformó o lo que vendrá algún día. Se suele decir: la lucha continúa, compañer*… Pero hay una cárcel que se ha vuelto un asentamiento de imaginación política de realidades desviadas. Y hay osos con piel de oveja feministas bailando en las calles.

Una comunidad posible es una comunidad de contagio, polinización, de desidentificación patriarcal, colonial y soberana, de intervención, mascarada y travestismo.

La revolución continúa, querid* hartza. Lyemb+ngeta tanta.

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