Ainhoa Güemes eta Zaloa Basabe Blog
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Petróleo: E un mondo difficile

  Zaloa Basabe

Tampoco tengo la intención de que este blog se convierta en un observatorio de medios, ayer citando a Izco y hoy a Kirchner, más bien pretendemos abrir un espacio para todo tipo de debates, pero la verdad es que, al escribir en un medio de comunicación digital pegado a la actualidad hace que una no pueda despegarse de ella e, inevitablemente, se pronuncie. A favor o en contra. Normalmente en contra, para qué nos vamos a engañar.

Hace unos días Cristina Fernández Kirchner hizo unas declaraciones que podrían resumirse en estas palabras suyas “El petróleo es cosa de hombres” porque “es difícil” mientras giraba la cabeza y constataba que la cúpula de YPF no tenía a ninguna mujer entre las personas integrantes. No hace falta, en este punto, discutir sobre el modelo energético imperante y las consecuencias del mismo (¡otro día sí!) sino nuevamente fijarnos en la presencia o ausencia de las mujeres en consejos de administración, grupos de discusión, medios de comunicación, etc. Es obvio que la presencia de las mujeres no asegura la influencia del discurso feminista (y no hace falta irse muy lejos para buscar ejemplos: en una mano tengo a Cristina Kirchner y en la otra a Yolanda Barcina). Hace tiempo que sabemos que el sujeto feminista no se define por el sexo sino por sus planteamientos políticos. Pero igualmente es obvio que la no presencia de mujeres supone la reproducción hasta el infinito de una  imagen donde unos aparecen y otras... no. Cosa altamente sospechosa en una supesta sociedad partiaria.

Respecto a la cuestión de las cuotas, su pertinencia o no, he discutido largo y tendido con compañeros y compañeras en los últimos años. Siempre aparece, sobrevolando sobre nuestras cabezas, el velo de la igualdad. Esto es, creer que partimos del mismo punto y que llegamos a dónde queremos. Tenemos tan interiorizado el análisis cuantitativo de la realidad que creemos realmente que las mujeres, hoy en día, estamos en todos los lugares y que, simplemente, optamos por no estar en otros (a no ser que alguien afirme categóricamente que el hecho de que las mujeres no estén presentes o lo estén en considerable inferioridad en cúpulas de decisión se debe a una incapacidad avalada por las estadísticas). En palabras de Amelia Valcárcel, obviamos la contradicción entre la  “igualdad como equivalencia humana” y  la “desigualdad política (social, económica, sexual,jurídica, cultural)” que nos hace un día sí y otro también  pactar en minoría o simplemente acatar. Cuando hablamos de acciones positivas (lo son las cuotas y otras medidas similares reivindicadas y conseguidas por el movimiento por la defensa de los derechos civiles de personas negras en EEUU) estamos hablando de acciones puntuales a las que recurrir en situaciones de desigualdad. Podemos en este punto negar las acciones puntuales, pero no la desigualdad.

 A veces, desde este punto de la Historia, se nos olvida lo que otras mujeres tuvieron que pelearse por llegar a espacios donde antes nunca habían estado por medidas coercitivas explícitas o arrastradas por tradiciones y roles. Me enfado mucho cuando alguien se refiere a que  “la sociedad ha avanzado” como si tras los cambios no hubiera habido una resistencia organizada con propuestas concretas y métodos para llevarlas a cabo. Medidas como las cuotas solo son útiles y necesarias en aquellas sociedades (sistemas gubernamentales, empresariales, etc) en las que sus propias dinámicas tienden a perpetuar relaciones de poder que excluyen a colectivos. Es decir, en sociedades como la nuestra.

Es verdad que muchas no queremos estar en la cúpula empresarial ni de YPF ni de otras muchas, pero no seamos ingenuas, cuando nos dicen que el petróleo es cosa de hombres, no suponen que tengamos más principios que ellos, lo dicen porque en este mundo todo lo “difícil” o lo “importante” es cosa de hombres. Porque en el mundo que conocemos los hombres son los protagonistas de la actualidad, del deporte, de la economía, de política internacional... Este desequilibrio no se va a cambiar por inspiración natural porque las reglas del juego están trucadas. Por eso hace falta utilizar medidas puntuales, acciones positivas, que las modifiquen. O eso, o lanzar el tablero al aire.

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