Estoy de acuerdo con Laura Mintegi en que ella es mejor candidata a lehendakari que Arnaldo Otegi. En un principio no pensaba así, pero cada vez lo tengo más claro. Y eso que fue GARA el que filtró la noticia de que, en el contexto del juicio por el denominado «caso Bateragune» la izquierda abertzale había decidido designar a Otegi como candidato. Obviamente, también editorializamos en favor de su derecho a ser elegido candidato y, por ende, lehendakari.
En principio, la apuesta parecía lógica. No cabe duda de que Arnaldo Otegi es el líder natural no ya de la izquierda abertzale, sino del frente amplio e incluso de sectores abertzales y progresistas que van mucho más allá de EH Bildu. Por ejemplo, a nadie escapa el respeto que se le tiene en la base social del PNV, reconocimiento que incluye a algunos de quienes han sido burukides, como Xabier Arzalluz.
No obstante, mirado con perspectiva y desde un punto de vista político no asociado exclusivamente a la liza electoral (para mí la política no es solo ni lo que hacen los políticos durante cuatro años ni lo que hacen los ciudadanos una vez cada cuatro años), cabe defender que no era la mejor apuesta. Algunas personas, como por ejemplo Kepa Anabitarte, ya lo han planteado desde la perspectiva de que el Gobierno de Lakua no es lo suficientemente importante como para amortizar en ese esfuerzo «los mejores hombres y mujeres». No obstante, no creo que con eso quiera decir que para eso vale «cualquiera», puesto que es evidente que no, y personalmente pienso que Laura Mintegi es una de las mejores personas que tiene ese movimiento político para esta y otras muchas labores. Y si bien comparto la visión de Anabitarte sobre los límites del poder político del Gobierno de Gasteiz desde una perspectiva abertzale integral, creo que en términos instrumentales el limitado poder de Lakua puede servir de palanca para algunos de los objetivos de los independentistas. Por supuesto, para eso primero hay que llegar y después hay que acertar, siendo tan difícil lo segundo como lo primero.
Mintegi, que es una «otegista» declarada, planteó en su primera entrevista en Radio Euskadi que ella podría ser mejor candidata que Otegi porque este era un hombre de partido, líder de una de las formaciones que conforman EH Bildu, y que una candidata debía responder ante la coalición y una lehendakari ante toda la sociedad, no solo ante su partido. Tengo la sospecha de que la idea no es del todo suya, que más bien responde a una de esas tácticas retóricas de los responsables de prensa y comunicación, que seguramente temerán que Arnaldo podría hacer sombra a la candidatura de Laura. Quizá estén en lo cierto y yo me equivoque, no lo sé, pero personalmente pienso todo lo contrario: que Mintegi puede ganar las elecciones también gracias al impulso que sin duda le dará Otegi.
En todo caso Mintegi hizo suya la idea y si bien he comenzado diciendo que estoy de acuerdo con ella en que es mejor candidata, no lo estoy en el argumento esgrimido. Creo que Otegi es un estadista, sin estado pero un estadista; no el líder de un partido, ni siquiera de una coalición. Su figura va más allá, transciende partidos, fronteras… Su liderazgo en el debate interno dentro de la izquierda abertzale, en el cambio de estrategia y en la consecución de un cambio de escenario es la prueba de que es algo más que un «hombre de partido». Como mínimo es una «persona de país». Por eso, a muchos no nos cuesta imaginarnos a Otegi como el primer líder del nuevo Estado vasco.
Coincido con Mintegi en otra cosa que para mi es muy importante: ella debe responder a la coalición y debe hablar al pueblo. Con cabeza y con serenidad, exactamente como lo hizo en esa primera entrevista.
En resumen, Laura es mejor candidata, sí, pero no se debería argumentar eso limitando la figura de Arnaldo, sino alejándose de una malévola comparación por elevación. Lo mejor para lograr eso es dar a Otegi la verdadera dimensión que tiene: la de un líder encarcelado por hacer política, por defender la democracia y la libertad. ¿Nuestro Mandela? No, Arnaldo Otegi, el preso político nº 8719600510.
Tras la sentencia por el caso contra los cinco de Zutik Euskal Herria, en uno de esos extensos editoriales de domingo, planteamos lo siguiente:
«Pero, si no es Otegi, ¿quién podría ser la persona más idónea para representar a ese movimiento político? Esa es la pregunta que más interesa ahora a quienes antes más interesaba la inhabilitación de Otegi. Si se mirase con perspectiva histórica, la respuesta sería obvia: Rafa Díez. Hasta ahí llega la perversión de esta sentencia. No solo mantiene en prisión e inhabilita a un candidato a lehendakari, sino que lo hace con dos»
Creo, por ejemplo, que Díez también era mejor candidato a lehendakari que Otegi. Retomando esa idea, si no pueden ser ni Otegi ni Díez, ¿quién podría ser la persona más idónea para representar al frente amplio que concurrirá bajo las siglas de EH Bildu? Creo que esa persona es Laura Mintegi.
Posdata.- Para ahondar en su argumento, Mintegi hizo referencia a la bicefalía que ha caracterizado al PNV, planteando la posición de Otegi como más cercana a la practicada por el mencionado Xabier Arzalluz y la suya propia ligada quienes han sido lehendakari (evidentemente, en un aspecto formal). Visto lo visto no sé si se puede tomar ese ejemplo como caso de éxito, aunque me parece inteligente utilizarlo. Paradojas de la vida, el modelo de bicefalía, marca de la casa del PNV, saldrá sin duda dañado del empeño de Urkullu primero por imponer a Josu Jon Imaz como presidente del EBB frente a Egibar, por la necesidad de tener que sustituir a Imaz más tarde para evitar el cisma, después por su nefasta relación con Ibarretxe y, por último, por su por fin consumado deseo de ser candidato a lehendakari. Colmo de los colmos, en caso de que Urkullu ganara –o más bien de que lograra el apoyo necesario para gobernar–, en unas elecciones internas para elegir nuevo responsable del EBB no resultaría del todo imposible que Egibar se impusiese al candidato de Urkullu. Esto retrotraería el tablero político interno del PNV a la situación de hace diez años, solo que mucho más desgastado. Lo que parece claro es que en algunos sectores del PNV –no precisamente de los cercanos a Egibar– el balance de esta década tras las últimas maniobras de Urkullu resulta como mínimo frustrante. En todo caso, el futuro del que hoy se presenta como candidato a lehendakari del PNV y, por lo tanto, contrincante directo de Laura Mintegi, dependerá sobre todo del apoyo que logre en esta contienda. Esto está muy interesante.
