Dabid Lazkanoiturburu
Dabid Lazkanoiturburu
Nazioartean espezializatutako erredaktorea

China-Taiwán; cuestión de tiempo

Las declaraciones de Biden suenan a  lo que son, una bravuconada. Y evidencian, como siempre, una debilidad estratégica. Pero resulta, y en eso no miente el inquilino de la Casa Blanca, que es el comandante en jefe del Ejército más mortífero del mundo.

No hay duda de que, en este peligroso juego, China tiene las cartas de mano. Lejos quedan los tiempos en los que tuvo que negociar, en el siglo pasado, la ambigua Acta de Relaciones con Taiwán (1979 con EEUU) y el estatus de «Un país, Dos sistemas» para las excolonias de Hong Kong y Macao (con Gran Bretaña y Portugal en los noventa) .

Los años transcurridos han convertido a China en un gigante económico y geopolítico, y su puñetazo encima de la mesa contra los jóvenes hongkoneses ha sido respondido con aspavientos pero sin consecuencia alguna por parte de Occidente.

El líder del PCCh, Xi, preocupado por las señales que da una economía que ralentiza su meteórico crecimiento, sabe que su futuro y su legado depende de la resolución de la cuestión taiwanesa y no cejará hasta lograrla, como evidencia su guerra de nervios con los vuelos constantes de sus fuerzas aéreas sobre la isla.

Sabe que Europa, cada vez más envuelta económicamente por China, no hará más que abrir la boca. Y que EEUU y sus aliados anglosajones del AUKUS tienen el tiempo y la geografía en contra. Sin olvidar los portaaviones, a casi uno por año, de su flota.

El problema es que, como se evidenció en las dos guerras mundiales, basta un error de cálculo para que prenda la mecha y todo estalle. De guerra fría a guerra ardiente.

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